LECHE
Tocar las ubres llenas de las vacas
cual si fuera la misión recién nacida,
de pernoctar al lado del suicida
que dentro nuestro
nunca, jamás, duerme,
hablar al mago que lo ordena todo
pidiendo una vez más clemencia plena,
para los crímenes que ayer eran atroces,
y hoy son
años después
historia breve...
Todo para enmendarnos y lograr
dar otro paso entre la gris acera,
mientras todos repasan como sierpes
ese lugar de juego
desgastado,
donde ya no pernocta
el alquimista...
Tenga piedad de nuevo
mientras aguanta en la mano
la llegada inefable de la lluvia,
prometiéndole que nunca faltará
la vianda principal
sobre la mesa,
y tampoco la culpa
al desgobierno
y el intento tenaz
de nueva fuga,
para salir de noche de este olimpo
donde es perenne la fe igual que la duda,
mientras tú tocas la ubre tensa y firme,
y luego bajas el blanco en tu derecha
hasta acercarla a la boca
y saborearla,
sin más,
como un bebé
que llega de la guerra...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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