viernes, 25 de septiembre de 2020

DESPEDIRSE SIN ESTAR AHÍ / Poesía de José Ignacio Restrepo



 NOTICIA


Que no puedo llorar
y por eso me duele la cabeza,
trenza ávida cae entre lisonjas
buscándose entre el lirio y la baldosa,
y de allí vuelve y mira hasta su dueña,
joven en sus recuerdos, primorosa
trenza blanca con negro,
con su lazo magenta,
apretada como estrella hacia la noche,
si aflojara los nudos el dolor de cabeza mermaría,
y seguro con forma de proeza se llegaría el día...
Pero no sabe cómo,
la trenza se la dejan así armada,
cada tercer día Ruth y el novio,
diciéndole mamá,
no te la sueltes,
si lo haces no vuelvo por aquí...
pero son muchos días y no viene,
y el dolor no se cansa de crecer...
ella coge sin pensar una tijera
y corta el nudo ciego que la ciega,
y ve entonces volar desparramado,
su largo cabello de mil tonos,
como un diapasón de golondrinas
que naciera de un fondo de abedules
o un ramillete de heliconias,
que encontrara por fin el sol y el aire...
Enfermero se acerca y pide hablar,
alzándole la mano como crío,
al oído murmura unas palabras
con un gesto sombrío,
ella siente que el rostro se le cae,
y que adolorido abraza la intemperie,
desde el frío del piso...
No volvía por eso hermosa Ruth,
con su novio travieso...
se quedaron sin calle bajo el coche,
y rodó muchos metros hacia abajo...
Por eso no volvía a hacerle el pelo,
a dejarle su trenza bien hermosa
tocándole las líneas delicadas,
que dividen el suelo...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO


sábado, 5 de septiembre de 2020

VOCES TIENE LA TARDE QUE LEVANTAN EL PELLEJO /Poesía de José Ignacio Restrepo


DESDE EL BALCÓN



Pasan cientos de locuaces pedigüeños
al día, todos los días, y en la noche,
alguno que no sabe qué hora es,
ni en qué lugar se haya
haciendo huellas,
sufriendo de ese extraño malestar
de pensarse en el peor de los futuros,
como ésos que narran al diván
los peores sucesos
mientras uno en la esquina le repite
que suelte mejores aderezos...
Ya no puedo ayudar, nada me queda,
lo que tengo en el cuerpo y otro poco
como pan sobre la mesa,
me escudo en mi árida sonrisa
y luego me devuelvo
a la sombra que duerme sobre el muro
donde ya no me veo...
Tienen el cuero duro los que pasan,
ni siquiera un estornudo,
me veo yo más necesitado,
por años lo he pensado,
vienen de norte a sur con sus pequeños,
que hacen cara de no estar muy conformes
cuando riego mi vista sobre ellos...
penitentes de culpas no causadas,
del país de gitanos dones piden,
y yo quisiera corto repetirles,
que estamos pobres todos,
que este sistema escupe hasta sus dientes,
dejando los cadáveres andando
semejando ser gente...
Semejando tener una canción
para cantar por dos o tres monedas,
mientras la calle calienta sus dos pies,
y se posa en el verde de la verja,
óxido de tal por cual y yo,
olvidando canciones
poco a poco...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO

SEMILLAS QUE AYER FLOTABAN EN EL VACÍO / Poesía de José Ignacio Restrepo



DEL VERDE



Pistilo de enhiesta flama que miras el viento,

preguntándote dónde están hoy las abejas,

y yo que salvo el orden displicente

con voces azoradas de silencio,

no puedo contestarte...

De jardines más anchos y cuidados

traigo mis mocedades,

pero hoy como tú al sol me cedo,

para que haga sincero su trabajo,

y al viento le concedo ese favor

de llevar la esperanza a donde quiera,

y traer a esas tibias voladoras

con su dulce en las patas por aquí,

como en otras jornadas...


Del ácido y vulgar epistolario

que dice que está el fin

cerca y ardiente,

yo tengo dos palabras para darle,

no hables del árido presente

si niegas a tu voz condescendencia,

y trabajos y artes,

que las riberas devuelven a los ríos

su antigua memoria,

con dos o tras tormentas descaradas,

y del desierto teme el caminante

cualquier encuentro intenso,

aunque le brote en sueños...

abejas de la estancia en una flor

aquilatan su fuego,

y el sol duerme en las mente positivas

que albergan sus dos sueños,

merecer algún gozo a la labor

y un viento compañero,

que signe cada paso

y cada hoja de más

del arbusto

que sueña ser un árbol...

como el hombre tendido

que no espera algún fin

sino un principio...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO