SEGUNDA HOMILÍA
A qué hora empieza el día
en esta acera vacía,
cuando llegan las palomas a mirar lo que dejó
el señor que miga el pan en la misa de las siete
y que no puede escuchar cuando tocan las campanas
sus cien llamadas a misa
pues es sordo hace diez años...
Allí comienza a nacer el vaivén de la jornada
y la acera es la herramienta para llegar a contar
cuántas cosas pudo dar y a cuántas ayer negó
el dueño de ese bastón o la socia de su chal
que deja allí en una banca el pecado del orgullo
que la abate normalmente como si fuera un ayuno...
Tanto uno como el otro tienen su cuenta de ahorros
como muescas el asfalto por el paso de los autos
y aún piensan sin llegar con el corazón chiquito
cuántas más les deja hoy su destino vergonzoso
pues todo lo que hace daño es golosina a los ojos...
Miran el vaso dorado y elevan el llanto al cielo
y bendicen al remero de este barco y este mar
que toma sin sed alguna ese dulce por dos sorbos
que bendijo con las manos dada su amplia misión
que no es más que profesión de saberse con permiso,
elevaciones prudentes de esmerado compromiso
que en los huesos de sus manos es como sangre en la frente,
cada palabra es concreta, cada silencio una raya
donde se tiempla la fe como dorado misterio,
que ahora todo lo explica, y más allá solo pregunta
quién de aquellos que llegaron atados de pies y manos,
no celebran hoy por Dios el haberse liberado...
Por la sola exposición ante la sangre de Cristo
que moja todo rincón de este preciado recinto...
Al salir se oyen campanas en la mente dadivosa
retumban en sus oídos que hace tiempo bien no escuchan
y cada uno de ellos hacen un digno resumen
mientras miran esos signos que el suelo están escritos...
Temen no bien llegar a sus casas como siempre
volver sin culpa a pecar, cometer las mismas faltas
que más temprano confiaron al oído de su cura,
¿qué tiene este mundo cruel que los obliga a penar
cuando saben ya el secreto de sin esfuerzo hacer bien?
¿Porqué olvidan que no es esta tierra el domicilio
y que solo por sumar podrán allá regresar
si son puntos elocuentes además de suficientes
y no azadas al vacío?
y no azadas al vacío?
Contando con su bastón va la anciana concienzuda,
le falta sumar un poco para restar de su deuda,
que no vea la mano izquierda a quien da de caridad,
ya está bien de contemplar esos defectos humanos
que son simplemente eso, como callos en las manos,
las suyas siempre se aferran al nudo de su bastón
que como pena olvidada evita que caiga al suelo,
para los otros un palo para ella su cuaderno
donde escribe sin faltar cuánto pagó de su duelo...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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Sencillamente Magistrales tus letras, llegan, si se calan profundo sobre todo para los que creemos sin fanatismo, maravilloso querido poeta, tus letras son dagas que se clavan en la conciencia, gracia, un abrazo.
ResponderEliminarEres una amiga fiel. Te lo tienes bien ganado... abrazos Loly, gracias por llegarle a las letras.
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