CUENTO PURO
Lazos cortos
de hebras relamidas por el uso excesivo,
que de mutuo acuerdo ya lucen separadas,
ardidas por el lado bueno
y por el malo deseosas de caer
en un huerto sin siembra,
o en la ruta de un pie
que ya sabe que todo es oropel,
mientras pela una fruta con los ojos
para mandarla al vientre a que sopese
cuánto queda,
si queda...
El número faltante de esta ópera,
la resta del crucial tejemaneje
al que llegamos todos sin saber
y casi sin saber nos vamos
por celeste y usual filantropía...
Derivados lazos cortos
que no sirven para alzar una horca,
ni encorvar un animal que pide amo,
ni unir boca con guilla,
o proyectil con tierra arrepentida...
De los lazos que miden más me esmero
por colocarles asunto,
y desagravio,
no falta quien se ofrezca de operario
y se espere en un minuto apenas
explicarme el juego y la cadena
para solucionar un no sé qué,
que ayer miró no lejos
y hoy repitió también...
Suelto los capellanes que se avengan
para salvar a punta de hebra uncida,
todo lo material que ya cayó
y lo espiritual que todavía no nace...
Prometo no advertir
-yo se los dije-
ni avergonzar a nadie que trabaje,
en subvertir lo que hay con su coraje...
pero sé por aguadas pitonisas
de lo frágil, lo corto de este lazo,
no convenzo ya a nadie
con poemas,
y menos con un febril papirotazo
de que vamos colgados de las penas,
y errando el lado en un muy mal correr...
valdría más atarme un escabel
y a una vaca infame sucia y gorda,
para volar cual globo,
antes de predicar con la memoria
sobre la cortedad de lo que queda...
así quizás miraran los presentes
y en la pregunta ¿dónde está el ausente?
descubrieran el único sentido
de estas historias mías,
que en tiempos anteriores llevarían
la rúbrica en el margen,
prohibido,
escrito por aquel que está cautivo
esclavo de una única presencia,
con el espíritu laxo, adolorido,
por no saber qué ciencia,
qué vestigio
conteste su pregunta sin respuesta...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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