NOTICIA
Que no puedo llorar
y por eso me duele la cabeza,
trenza ávida cae entre lisonjas
buscándose entre el lirio y la baldosa,
y de allí vuelve y mira hasta su dueña,
joven en sus recuerdos, primorosa
trenza blanca con negro,
con su lazo magenta,
apretada como estrella hacia la noche,
si aflojara los nudos el dolor de cabeza mermaría,
y seguro con forma de proeza se llegaría el día...
Pero no sabe cómo,
la trenza se la dejan así armada,
cada tercer día Ruth y el novio,
diciéndole mamá,
no te la sueltes,
si lo haces no vuelvo por aquí...
pero son muchos días y no viene,
y el dolor no se cansa de crecer...
ella coge sin pensar una tijera
y corta el nudo ciego que la ciega,
y ve entonces volar desparramado,
su largo cabello de mil tonos,
como un diapasón de golondrinas
que naciera de un fondo de abedules
o un ramillete de heliconias,
que encontrara por fin el sol y el aire...
Enfermero se acerca y pide hablar,
alzándole la mano como crío,
al oído murmura unas palabras
con un gesto sombrío,
ella siente que el rostro se le cae,
y que adolorido abraza la intemperie,
desde el frío del piso...
No volvía por eso hermosa Ruth,
con su novio travieso...
se quedaron sin calle bajo el coche,
y rodó muchos metros hacia abajo...
Por eso no volvía a hacerle el pelo,
a dejarle su trenza bien hermosa
tocándole las líneas delicadas,
que dividen el suelo...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO