jueves, 23 de julio de 2020

CAER NO ES LO IMPORTANTE, YA SE SABEN EL RESTO / Poesía de José Ignacio Restrepo

DIEZ DÍAS HACE




Me salía ya un ala por el hombro golpeado, 
siento que se partiera cual borde en porcelana. 
El filo de la escala se ha teñido de rojo, 
y un pito en la cabeza me avisa que fue grave: 
esta lerda manera de tratar de volar, 
fallida y estentórea, como salto de viejo, 
que allanado de sordos y alejados recuerdos, 
me ha tumbado sin más en el breve descanso, 
donde han puesto sus pies tantos antes de mi, 
y lo harán después pocos 
pues la casa va a caer dentro de poco.

Mi mujer desde afuera me afanaba llamando 
pues no tenía llaves y en la vereda roban, 
después que el sol se guarda y se marcha la tarde, 
y yo allí en el descanso viendo todo al revés. 
Menor fue el menoscabo al final del concilio 
entre el blanco granito y mi zurdo parietal, 
en fuentes no rompió, 
ni manchó superficies, 
y en la puerta le abrí consternado y dolido, 
qué tal amor, tus llaves,¿las dejaste de nuevo? 
Yo casi me he partido la cabeza en el suelo 
pensando que mis pies caminaban de acuerdo.

No me hagas chistes bobos, 
que vengo muy cansada, 
y no sé a ciencia cierta dónde dejé las llaves, 
no juegues de esa forma que de veras te caes...
Me he caído mujer y me dí en la corona...
mírame por favor, que todo me da vueltas, 
y no sé si fue el hombro el dañado o es el ala, 
que me sobas amante, cuando llegas cansada...

Me mira seducida por mi propio dolor 
que en algo se asemeja a su diaria fatiga, 
y me dice, querido vamos donde el doctor, 
sabiendo mi respuesta cantada de antemano...
mejor me sacrifico y me quedo contigo. 
Si mañana amanezco entonces no fue nada, 
si no, me echas abono, y siembras algún árbol, 
que se alce cuando mires mis frondosos recuerdos, 
creciendo en su follaje, y sus bellas raíces...
me pones bajo tierra en aquella cañada, 
y luego el árbol siembras, 
el resto será cosa de que pasen las tardes, 
los lentos mediodías, las noches silenciosas 
y también las alboradas...
Ven mi amor, yo te miro, 
que sabes que sin gafas por más que yo me esfuerce
realmente no veo nada...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO

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