LAS HORAS RAÍDAS
Por las noches despiertas
pasadas en mi propia compañía
sin mirar el reloj de la salita,
y menos el que cuelga en la cocina,
brindo dos tragos viejos de aguardiente,
uno por las que pasaron
en su fila,
y el otro por las que vienen,
las que llegan,
quizá hoy me sorprenda cuando duermas
con todo tu cansancio
de cobija y de cama,
y yo ande midiendo este lugar
cuyo dueño o dueña desconozco,
en mis sandalias prudentes de escritor,
buscando lo caído,
lo perdido,
en mi extraviado y excelso pundonor
por ser uno de esos
que ante el frío
no va y busca calor...
Por las que lleguen nobles y sin tema
en mitad de la bruma,
y el no hacer,
brindo con el olor de la botella
y el deseo de hacer ahora mismo
la más tierna y absurda borrachera
de que hubiera noticia,
que de ayer no llega el preferido
dolor de siniestrados y confusos,
a poseerme todo por pedido,
entonces solo queda bendecir
porque llegue esta noche
un sueño entero
que me deje estilando en otra playa,
para pedir mañana
noblemente
una noche de pardas elocuencias
que lleguen de visita
y me dejen ileso
y sin herida
lo que queda de pecho
entre mi mente,
latiendo sin agravio allí en la cama...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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