CON LA SANGRE AFUERA
( turbio )
Ropavejero no sabes o no quieres
recoger la minuciosa pañoleta
que retiene la mancha y el color
de la última lágrima de guerra,
yo dejé de llorar pero ella no
y mi pierna estallada aún me pica,
como si la llevara sin lavar,
con pantano o con greda de labor,
de esa fina que sirve para hacer
esas obras que llaman Arte Novo
cerámica que venden a buen precio,
por unidad y también al por mayor...
Trapos que tienen dolores entrabados,
los del mundo pegados como brea,
y los propios sentidos a destajo,
dolores resabiados en motín,
rasgados como ala que se quiebra
de silencioso ángel de la guarda
rebajado al nivel de querubín,
que no alumbra pelea de cuatreros,
ni celda nona de una cárcel llena,
donde un jefe se duerme sin pedir
algún mustio perdón por honda pena
causada por su mano traicionera,
que recia hundió un puñal como si fuera
regalo para cruel pelafustán,
sobre el cuerpo andariego de un extraño
que caminaba en una sola pierna,
- desconocido de unos veinte años
al parecer ex sargento del ejécito,
que recién salía de un cajero,
con el dinero completo de su pago
en su mano que no llevaba la muleta
como ingenuo que debe ser robado -
pero por qué matarme me pregunto,
con los ojos cerrados desde adentro,
atracado y sin vida presto al viaje,
NN sin más...
Y mientras tanto Raquel
haciendo fila
para pagar el servicio de hospital,
y así puedan liberar a nuestro hijo,
que estuvo enfermo de hipo quince días...
Quién me despierta por dios,
que fea broma,
este cuchillo me estorba al respirar,
debo poner de inmediato una demanda
para que busquen al bruto que me ha dado
este golpe perfecto al corazón,
y me ha manchado sin remedio todo el pecho,
incluída la fea pañoleta,
que me puso Raquel en el bolsillo,
"por si moqueas querido,
por si un pañuelo precisas
en este frío día..."
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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