jueves, 24 de octubre de 2013

TODA AMÉRICA, UNA FINCA / Poesía de José Ignacio Restrepo



EL COBRO DEL SALDO
( ...último encuentro con General en retiro...)


Bordes, fronteras, barandas que se alejan,
escalinatas de vidrio ya incompletas
cuyos fragmentos servidos en el suelo
muestran rostros silentes y ampulosos,
llenos de lo que hubo y lo que no,
en derivadas, senos y cosenos...
Suya la prisa por hendir la carne,
por templar cada gesto, cada calle,
cada vereda hecha, cada casa
por donde ya pasaron los momentos
y los miraron de arriba para abajo,
y en medio de los gritos de las aves
corrieron sin saber la dirección,
con la cierta ilusión de que la vida
no se les fuera entonces de las manos,
como le pasa a usted ahora mismo,
lo veo, y no lo puedo ni creer,
su cadáver ya sin porvenires,
y ese grito de no, no haga ésto 
lanzado sin su boca y sin su voz,
suspendido,
yerto, frente a mi...
Altas vuelan las garzas y a las nubes
suben sus cantos diáfanos benignos,
y usted que prometió seguir viviendo
tiene ya el pasaporte cancelado,
todo lo vio venir menos a mi,
que le dejé entre el pecho la hoja nueva,
mientras su sangre buscaba la salida
me escuchó recordarle del pasado,
de la casa quemada, de ese fuego,
de la tierra asolada de mis padres,
y la huida infeliz que allí emprendimos,
de este largo camino que me trajo
al frente de su cara tan igual,
al rostro de ese inmundo criminal
que vestido y tapado de uniforme,
desplazó, humilló, y asesinó
a aquellos que vivían en sus tierras
como lo manda dios, como lo ordena,
como dijo la ley que bien lo hicieran,
habitando un hogar sin que los jodan
y sirviendo a la paz de un porvenir...
Vine hoy a encontrarle sin permiso
con un último encargo de la vida, 
y eso era cobrarle simplemente
todo lo hecho en contra de la gente,
tan seguro de que ya nada posee
y que no puede alcanzar con su pensión,
para hoy dignidades devolverles
a todos los que fueron desplazados,
que perdieron la vida y sus ahorros,
y ahora están tendidos como usted,
en la tierra cansada de entregarse
que no ha podido nunca defenderse, 
ni gritar, o absorver su negra sangre
que no es un  alimento deseable,
asi estemos usted y mi persona
en la tierra de nadie...

   JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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