QUEJAS
Soltar la manos,
palmotearlas,
aplaudir al aire
como si justo de eso se tratara
con tal de no incubar dolores nuevos,
que tengan su existencia
puesta en duda,
por la similitud con otros viejos,
disidentes del tiempo e inclusive,
perdidos entre el fuego y la trifulca
que llenan de aspereza nuestra vida,
y que son prometidos en la cuna
cuando un extraño cubierto en una bata
sin preguntar a nadie, majadero,
sobre el níveo rostro del bebé
vierte un agua fría, largamente,
con motivo dudoso y no explicado
que se siente como aguda cachetada
en esa piel tan nueva...
Quitar de las muñecas ese lazo
que amarra resistencias sedentarias,
ellas quieren quedarse y resistir,
quieren tener por casa nuestro hogar,
se niegan a perderse en el vacío,
en los días que pasan y al oído
suplican por quedarse,
por dormir en tu cama,
no morir,
pues tú las convenciste de que son
tus rameras sentidas,
que en tu pecho un lugar ya se merecen,
y ataduras con cuerdas renovadas,
y claves que no entienda la otra gente
para poder hablarles,
y tocarlas,
y sobarles el lomo tan crecido
que cada una tiene,
cuando no haya quien te mortifique
ellas, tuyas, lo harán,
es la ley del perfecto resentido,
con sus putas al hombro rezongando
sobre este mundo herido,
que precisa de pan,
y pare cada minuto otro quejido...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©
• Copyright ©
Evidente intromisión de malos usos señoriales al fuero de los derechos individuales por cargar como culpa original lo que es un simple deseo de saber, aunque haya que arrancarle una manzana al árbol más bello: justamente el de la ciencia.
ResponderEliminar...vislumbrando las playas de mi mente, los montes ya nevados en mis ojos, para dentro del todo, como suelo...Gracias por venir amigo...
Eliminar