DERRAMADAS
Derramada tu sal dejas un rastro
cayendo de la mesa justo al suelo,
después grano por grano corre al viento
mientras siguen ardores fieles turbios
pasos bien para adentro, pueblo adentro,
como aquellos que nacían en la boca
de la voz de algún mar entrelazados
o en las olas precoces cuando al alba
rumorosas pasiones prometía,
llegarían sin más tan solo al irse,
o esos divinos sueños que ya saben
que es el fin cuando alguien les musita
sean felices que ya se lo merecen...
Sales como bromuros incendiarios,
como áspides fogosas reclinadas,
en la senda impartida ante el destino
con el solo y filial criterio amigo,
que está por entregarse por amar,
y por sufrir después acto seguido,
tomar cada remedo de placer
y romperlo sin más contra el espejo,
sin desprecio interino de la risa
que suban desde allí del escenario,
lacrar fuego en la frase que predica
que no es aún quien luego incumple
y ya tiene grabada en la pared
con lineas muy pequeñas de algún lápiz
los días que faltó, que faltará,
con la única rúbrica creible
de que no está la pieza necesaria,
esa simple y metódica sonrisa
que no puede brotar al natural,
en los dientes cariados hace tiempo
por la excesiva azúcar restregada,
que la sal de la vida no esperaba...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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