lunes, 15 de abril de 2019

LOS PERIPLOS TEJIDOS HABLAN / Poesía de José Ignacio Restrepo





OTRO LUNES


Apagados runrunes llenan el aire,
pues la fiesta de la noche simplemente acaba
doblegada por la hoz que dice para comer
sumar en horas
ese vicio febril de trabajar...

Te lo dice el vuelo de los pájaros,
enaltecido por su lírico canto,
es lunes, apúralo de un trago,
como lo hacen los machos en el campo
cuyas manos curadas no se ampollan
de ya tanto rajarse...
bendícelo,
pues llega a tiempo
para darle sentido a tu sustento,
y poner denarios sobrios, bien atados
al borde de tu fiel bolsillo,
que habla cuando tienes sed
y ladra ante el estómago vacío...
y dale lo que debas,
tú ya sabes,
calor si la desgana entinta
y dulzura si lánguido se abate
entre las horas firmes...

Cuando el sol ya escasee y la recuerdes,
es que se acerca para hacer del viaje
un run run tierno, con su nombre,
canto entre el piar de aves hechizas
que vienen prendidas de su mano,
en un vuelo perfecto
que aterrice,
donde tienes el fuego siempre ardiendo
y jovial el encanto...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
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miércoles, 3 de abril de 2019

LAS HORAS LACRADAS / Poesía de José Ignacio Restrepo



BELCANTO




A veces uno 
simplemente 
se olvida del camino, 
duele ver tanta fuente de agua 
cuando sabes que tu sed 
es placentera, 
hiere la luz si en tu alma 
solariega y silenciosa, 
los ecos resbalan muertos 
y ya no hay claros murmullos, 
dijo bien este día cuya fecha resalta 
y solo le contesto 
mirando sus colores 
que ella es bella sin más por su piel ya gastada 
y el brillo en su mirar que a veces escasea...

A veces como sabes, 
el camino se llena de arbustos y abrojos, 
y tu paso otra vez, 
parece cernirse suave 
mientras un canto se instala, 
como ayer nuevamente...
y el ronquido del pájaro pausadamente para, 
y la liebre se queja, 
por verte ahora de nuevo
y llorará mañana 
por ya no verte tanto...

Ah, ceguera de todos 
los que tan cerca habitan, 
que ignoran porque quieren 
que tan solo es mermar el ritmo 
y poner los ojos entornados, 
para ver lo sublime 
una, dos, un mil veces...
y cerrarlos del todo para verse por dentro. 
Y leer partituras, 
perfectas, acabadas, 
que se ensayan a solas, en el alma de nácar, 
que dicen quienes no saben 
que hablan del silencio, 
amada lengua procaz
que nos ata a los muertos.

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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