jueves, 26 de mayo de 2011

SEMBRAR DE GANAS EL MUNDO / Poesía de José I. Restrepo


PEQUEÑO INVENTARIO CON METÁFORA

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La caída sincera de las hojas
que ya no son verdes,
que ya ni color tienen,
las semillas del árbol
fervientemente esperan
Nada siniestro,
esta fe de los árboles
que va inscrita en la semilla abierta,
desde el lejano día
en que los soles enamoraban a las lunas,
y que ciñe también
cada rasgo sublime de esperanza,
en los tibios sentimientos de los hombres,
aunque ellos se nieguen a entenderlo,
perfila sin duda alguna
el tono de los rostros
y el calor de las manos aumenta,
cuando se trata de seguir el curso,
el curso infatigable de la vida,
que ordena que caigan esas hojas
y proteger así las abiertas semillas,
cubrirlas de inclementes climas,
o del torrente que ordena a mis palabras,
emerger del antes,
prodigarte,
el fresco vientecillo que me trae
de mi voz y mi piel y alguna parte,
para dejarlo aquí,
en las lindes de tu joven corazón,
aunque ignoremos los porqués,
también los cómos,
y estemos callados y perdidos,
sin un calendario astral a mano,
en la bendita tarea
de encontrar los cuándos…

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miércoles, 18 de mayo de 2011

ENTRE REZOS Y CANTOS / de José Ignacio Restrepo


PROCESIÓN



La imagen disolviéndose entre flores,
entre nubes y duendes arciprestes,
la sola iniciación de cuasi cantos
cantándose a si mismos
en las hojas volantes
de los negros cipreses,
y dentro del balcón aquella imagen
con los ojos azules y su manto,
virgen de los Remisos y los locos,
bordándose entre rezos
de los negros
mientras cosen
la túnica insolada,
que vestirá su señora
en esta fiesta...

Ah, que belleza,
la virgen desnuda
allí esperando
a que cosan su manto...
Para bajar con los negros
a la fiesta...

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lunes, 16 de mayo de 2011

A TODO SENDERO LLEGA JUSTO PIE, RECUERDO.../ José Ignacio Restrepo


YUXTAPOSICIÓN DE VIENTOS CANSADOS


Los que fueron una vez rostro de otro
y que a su justo favor, tienen afuera
la explicación de su don y su premura, en la grafía
de las estrellas caídas en desgracia
en la playa o en las vías del tranvía,
que están solas a causa de la hora…
Es noche cerrada en plenilunio,
y el barroco ruiseñor canta asolado,
por vernos solos, tirados,
dormidos en callado diapasón
con nuestros sexos hallados perdidos
también cantando entramados como niños,
sin saber que hacen allí pero sabiéndolo,
perlas rosadas, rupias de otras décadas
sin brillo volcadas sobre el suelo,
ante las luces del día que despunta
y las miradas tiernas de los niños
que hoy otra vez se internan en la escuela
a sabiendas que allí no se hace nada
de lo que mandan a hacer
quienes prescriben el favor de la jornada
y dicen que hay que crecer
para poder entender
lo que entendido o no pule su brillo,
sin nuestra tenue e inhóspita aquiescencia,
rueca partida, Oslo en llamas,
lagos de vida dañados seriamente
dijéramos sin pena disecados,
por obra y gracia de adultos sinvergüenzas,
que dijéronse a guiar y lo pudrieron todo…

Vos fuiste yo,
entre el cardumen amado te vi sesgadamente,
pues la luz era escasa, intermitente,
bien en ti mi rostro, entre placeres perfectos dibujado
y supe que el ejercicio de invertir
este fenómeno claro,
se haría posible cualquier día o noche,
el hoy de ayer en prisas diluido
en jacarandas puestos con esmalte de uñas,
la roja bicicleta cubierta de maduras aceitunas,
tu sobre mí, la música de Schubert
brincando con nuestra vista en la cornisa,
a un minuto mi bien,
a un minuto
de saltar como gamos
a volar como nuevos ruiseñores,
que salen a probar su desnudez y el hecho de mirarse plenos
ante los ojos de todos los cansados
que no saben ya yuxtaponer
ni una mano en la otra,
ni el pie sobre la arena húmeda
que se quedó sin dueño
en la esquina escondida 
del armario… 


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martes, 10 de mayo de 2011

Ante un espejo, con mi caro rostro…/ Poesía de J.I.Restrepo


CANTO A LAS ASPAS ROTAS

EL REFLEJO
En ese ardor extremo de piedra en ojo,
que magulla todo el cuerpo
y hace que quiera ponerlo de reverso,
e impide mirar,
allí está una, ella,
sí lo tiene,
a qué ponerle nombre
si es vieja contrahecha
la confianza para ser el amante
de la amante,
a qué confiar en el favor del clima
cambiante normalmente,
como el número de granos de arena
que cabe en cada mano,
cada vez,
o el número de ellos que
arrojados al viento
este pone de nuevo a tus pies…

El ojo cerrado por el golpe,
el ojo abierto,
que el envés de la visión corrompe,
me deja solo con las manos,
aspas viejas de molino derruido,
recuerdo de briznas mestizas,
de vientos y tormentas nobles,
alisios y niñas y bertas y normas,
y nubes patricias,
quebradas en su vuelo preso,
me dejan con las manos solas
y los pies que huyen y que tornan
haciéndose sangre y cicatrices,
el ojo muerto,
el vidente ojo,
como en algún soldado que dejó su nombre
partido al estallar la muerte
y que lleva ya años
recobrando esquirlas de memoria
en los llanos donde ya nadie recuerda
alguna guerra…

En el ardor extremo
este hombre perdido
que vive con mi piel vuelta al reverso,
con la fe del que sabe
y lo ha sabido siempre,
que sus actos de control,
realmente no controlan nada,
y que los mapas que lleva son de sitios
por todas las personas olvidados,
que ya nadie visita,
ni un abuelo perdido en sus recuerdos
con sus nietos que sólo a él lo tienen,
sentado en este puerto
donde no llega tren,
mirando su maleta de decires,
sus libracos dorados,
que nadie sabe de que parto
habrán salido,
en la mano el pasaporte,
en el suelo esperando el equipaje,
y allí,
un antiguo deseo se le acerca
vestido extrañamente con su piel
y una risa infantil en los ojitos,
en los ojos de luz,
y con voz tranquila
tres palabras le dice,
se cancela el viaje,
canta tu canción al viento…

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domingo, 8 de mayo de 2011

ACALLADO ENTRE SUAVES CONJUROS / Poesía de José I. Restrepo


CURSOS SEMEJANTES

Antelope Hallway

Vaivén de postigos
que no casan nunca,
como esclavos del viento se mecen
y dejan ver su pesar,
la ausencia de cuidado
de una mano amiga,
unas horas de maza o de martillo
que se extienda al portal y a las ventanas,
que el suelo pronto probarán
de viejas…

Veo un poco de todo, si al pasar,
se levantan mis hombros y mi testa,
pero son sólo segundos,
agrisados fragmentos…
Mi meridiano emblema de estos días
acata a recibir un eco extraño:
el que ha vivido sin parientes
llena su boca de preguntas fatuas
cuando distingue en los signos de las cosas,
no dejadas allí por propia mano,
algunos de sus recuerdos fantasmales
olvidados por gemelas visitantes,
nacidas de su plática sin voces
tejida sin afán en su quimera…

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jueves, 5 de mayo de 2011

CORAZÓN CANCIONERO / Poesía de José Ignacio Restrepo


A LUZMA…


Los cantos que se quedan,
los cantos que guarda el pecho
de los malos aires
y tan pronto se musitan en suspiros
tienen aire salido de tu seno,
esos que vienen a los labios
cuando tarde la montaña se oscurece,
la silueta montaña,
la fronda que allí quieta
hace sombra mientras paso caminando,
el indígena antiguo
que no sé porqué sonríe
tiene algo de tu nombre,
lo sé,
me siento extraño
con tu nombre prendido como luz,
entreverado entre mis manos y mi alma,
como una cantimplora,
como un hacha,
como un camino de bosque
que se ancha,
que conozco, que no conozco…

Es verano,
hay un sol resplandeciente esta mañana,
estoy cantando en voz alta
canciones que llevan tu nombre…


PRENDA DE ADIÓS


Devuelve la visión del fuego
y el hedor suave de tumba abierta
a la gruta de malos sueños,
que lejos está el laberinto
de los muertos vivos,
y yo el pan soy,
soy el agua de sal,
hijo de vientos fríos
nada puede la muerte sobre mi,
caída ley, rey pasado,
vuelva por ti tu pie a la sepultura
que yo no puedo cargar
sino mis propios ropajes,
no puedo servir sino a las ilusiones,
que van atadas con vigor a mis sandalias…
Me veo el sello lacrado en la piel del pecho,
tiene un solo sol naciendo
bajo dos alas que se abren,
juntas dan sombra a la liebre rugiente
que un niño entre sueños acaricia,
veo todo en mi pecho
que habita mi corazón trashumante,
no es sordo,
no es mudo,
ni inane,
no es implorante,
ni indigno,
es ardiente y capaz de ser amante…
Las horas de morir pasaron
y el fuego que consumía esa tumba abierta
no despide humo ya de si,
pues hallaron justa sepultura,
en mi pecho el sello de seguir
los rumbos que no llevan tu huella,
halla la paz deseo,
mujer,
que no tu duramadre la fractura
en la roca,
que no veas dolor deseo
ni en tu día,
ni en tu noche…

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miércoles, 4 de mayo de 2011

ENTRE GORJEOS Y SAGRADAS MARIPOSAS / Poesía de José Ignacio Restrepo

REDENCIONES

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Ha venido el espíritu de las cañas
buscando mis barrancos rojos,
queriendo amanecerse, queriendo atardecerse,
envejecerse mis humedales caminando,
mis más caros senderos rehaciendo
entre sus pies sin peso,
y he visto su amantísimo destello
saliendo de sus huesos
no sé cómo…

Se ha venido pegado de mi pelo
hilando el sacrificio de llegar
en la lana más bella,
y ahora que me fui quiero volver,
el dulce que me traje es el de él,
de su inmensos reinos que cosechan
los frutales más altos,
cuyos jugos beben hasta aves
de memoria imprecisa,
o con escaso vuelo…
Desde allí se ve el mar de un azul ostentoso
que puede confundirse con el llano
de la montaña afable que aterriza
sin el qué,
sin el cómo,
igual que una nodriza enamorada
del más joven rey,
que hoy es español
y ayer fue moro…
Yo soy tu hijo, mujer,
soy tu padre hermanado,
tu negado amante,
desesperado rujo al precipicio
mientras en mi paladar
nace y crece el suplicio de adorarte,
y el espíritu de las cañas me musita
irredento al oído, cual fantasma,
que te meta por dentro de mi alma,
para que sean las tardes un recuerdo
que se nazca en las noches nuevamente,
prometo que el vigor que te resienta
te lo cambio por trinos,
redenciones,
cuando toque tu piel desde tu adentro
entenderás porqué nacen tan verdes
las yemas de los árboles del bosque,
porque la caña dulce que es tan recia
se doblega ante el viento por la noche,
que ocurre en el agua sí es llovizna,
o sí es viento quien rige su vuelo,
porqué es ocre la tierra
y tan duro el basalto,
y perfecto el sonido
de tu corto nombre…

CARTAS DEL LEJOS

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De la luz de un sol que se oculta
viene por el este un mensajero,
en sus manos la misiva del dios del olvido…
Que olvides la tristeza dice, olvida...
Que olvides la amargura, olvida,
que olvides, dice, la penuria de afectos,
la soledad escondida de la noche,
el ya usual mutismo del silencio…
No es extensa la nota,
los olvidos también nos pertenecen
y esas naves que trajeron los luceros
quizá  nunca estuvieron,
siempre fueron destellos en el mar,
olvida amor, olvida,
mientras te desanudas de mi abrazo,
y pregúntale a la musa de recuerdos
porqué escapa a tu piel ya mi calor,
desandando este vuelo,
y piensa en el camino de regreso,
sólo un poco mi amor,
quizá llueva, olvida amor,
no preguntes al viento
donde quedó mi sobretodo,
ya no vas prendida de mi mano
y hablar a solas
aunque sea en el camino
 sin  testigos,
es asunto de locos…

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lunes, 2 de mayo de 2011

CON SAL Y ALGAS EN LA PIEL / Poesía de José Ignacio Restrepo

EX – LIBRIS


Sin embargo, lo que el albur desteje
en quebrantado amago vespertino,
no es más que otro mensaje elusivo,
sagaz,
para expandir su herencia entre tus iris
o tus marcadas yemas,
que ahora tienes mojadas por vino.
Esto, que llamamos destino,
tiene su origen no sé dónde,
pero,
dijo cualquiera (y yo oí, y me gusta)
que parece provenir de un flirteo pagano e imprevisto
entre seis supervivientes de un ejército de ásteres
que vagaban sin rumbo,
y una estrella caída,
gastada su luz de volar contra el viento,
infecunda, maltrecha, loca...
Eso que decimos, al nombrar al destino,
suele ser una idea segada con hoz de hierro
por triste verdugo,
cualquier tarde, ya noche.

No es más que una invocación
que ha rodado imperturbada entre los siglos
y llega hasta aquí, en este segundo,
como albor no abrevado
que se meciera entre el rútilo y la lágrima.



LA CLARABOYA



A veces la piel, 
hecha de versos, al más ínfimo toque,
puede dejarte entrar a tu propia fortaleza...
Y desde el espejo te podrás contemplar
mirándote, mirándola,
y si con suerte cuentas,
te verás entrar y salir una vez más,
por la enclavada luz brillante
en la abierta claraboya...

A veces,
pugnar por allanar la luz
nunca fue una conducta precavida,
pero si cierras los ojos mientras brilla
unos aros de guía dentro tuyo,
te dirán que el camino es el correcto,
la ventana de piel de haya muy cerca,
sólo menciona un nombre
el que venga hasta tu piel sin atadura,
y se abrirá el cielo como nuez,
que un rayo recibiera por descarga,
dejando trozos vivos palpitando,
corazones en lazo,
con las olas del mar,
y los trozos de cielo
el pálpito feliz
acompañando...



JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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