jueves, 30 de julio de 2020

TEJIENDO EN ESTERILLA / Poesía de José Ignacio Restrepo

UNA GRAN PÉRDIDA DE TIEMPO


Albert Einstein: La poesía siempre me pareció una gran pérdida de ...

Y no solo es entrar al oneroso patio resguardado
donde el sol apenas entra por un lado,
sino que toca a mano elegir bien
el tema que nos traiga de costado,
para contar aquel que es importante,
y que nos quita el sueño
últimamente,
como una terca amante que quisiera
someter con su amor
el vil cansancio,
que te ha llevado al sueño dócilmente
diciéndote que lo puedes poseer
sin dar ya nada a cambio...

Recordar el calor de ese instrumento
a pesar de que al tacto era tan frío,
los primeros enlaces que sacaban
solo un renco sonido,
y las horas pasadas a su albur
soñándolo más dócil,
sin poder alcanzar esa dulzura
que escuchaba en los discos,
donde personas con nombres indecibles,
mostraban dotes y artes de maestros.

Recordar las clases que tomé
acercando la mañana con la tarde,
y ese brusco sentimiento repetido
tras tan poco obtener...
una tosca palabra, no lo tienes,
refiriéndose al don tan natural
que reviste al alumno por completo
ante el níveo instrumento
que es su hermano,
su madre de adopción,
su dios de ley...
no lo tengo, le repetí a mi madre
que pagó las dos clases onerosas,
y la flauta traversa fue a dormir
en compañía de otras veinte cosas,
que ensayan frente a mi alguna palabra
cuando abro el cajón de los olvidos,
y me piden sin más ver algo el sol,
salir de paseo solo un rato,
dueño mío,
por favor...

Tuve magro rencor contra el maestro,
pero solo fue un tiempo hecho de dudas,
hasta un día que a solas comprendí
que había verdad en sus palabras,
y me estaba evitando más dolor
que el que tendrían mis yemas y mis dedos,
en aquel camino deseado
por mi alma de niño...
Buscando someter estos recuerdos
vinieron hasta mí muchas palabras,
más otras aprendidas del colegio,
y ordenadas, sirvientes, en mis ojos,
consiguieron decirme otra verdad:
que tenía tareas por hacer
con ellas de soldados,
y unas lindas batallas por librar
de artes revestidas,
para dar a los días su sentido
y al que llegara un fuero
por llegar de su aval
favorecido...

Es este,
un hogar de letras y palabras,
de quien llegue a leer
con sus dudas naciendo en las pestañas,
con sus yemas dispuestas al azar
de preguntas jamás muy bien resueltas,
que esperaban regadas
como flores crecidas en la fe
de jamás ser cortadas...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO

jueves, 23 de julio de 2020

CAER NO ES LO IMPORTANTE, YA SE SABEN EL RESTO / Poesía de José Ignacio Restrepo

DIEZ DÍAS HACE




Me salía ya un ala por el hombro golpeado, 
siento que se partiera cual borde en porcelana. 
El filo de la escala se ha teñido de rojo, 
y un pito en la cabeza me avisa que fue grave: 
esta lerda manera de tratar de volar, 
fallida y estentórea, como salto de viejo, 
que allanado de sordos y alejados recuerdos, 
me ha tumbado sin más en el breve descanso, 
donde han puesto sus pies tantos antes de mi, 
y lo harán después pocos 
pues la casa va a caer dentro de poco.

Mi mujer desde afuera me afanaba llamando 
pues no tenía llaves y en la vereda roban, 
después que el sol se guarda y se marcha la tarde, 
y yo allí en el descanso viendo todo al revés. 
Menor fue el menoscabo al final del concilio 
entre el blanco granito y mi zurdo parietal, 
en fuentes no rompió, 
ni manchó superficies, 
y en la puerta le abrí consternado y dolido, 
qué tal amor, tus llaves,¿las dejaste de nuevo? 
Yo casi me he partido la cabeza en el suelo 
pensando que mis pies caminaban de acuerdo.

No me hagas chistes bobos, 
que vengo muy cansada, 
y no sé a ciencia cierta dónde dejé las llaves, 
no juegues de esa forma que de veras te caes...
Me he caído mujer y me dí en la corona...
mírame por favor, que todo me da vueltas, 
y no sé si fue el hombro el dañado o es el ala, 
que me sobas amante, cuando llegas cansada...

Me mira seducida por mi propio dolor 
que en algo se asemeja a su diaria fatiga, 
y me dice, querido vamos donde el doctor, 
sabiendo mi respuesta cantada de antemano...
mejor me sacrifico y me quedo contigo. 
Si mañana amanezco entonces no fue nada, 
si no, me echas abono, y siembras algún árbol, 
que se alce cuando mires mis frondosos recuerdos, 
creciendo en su follaje, y sus bellas raíces...
me pones bajo tierra en aquella cañada, 
y luego el árbol siembras, 
el resto será cosa de que pasen las tardes, 
los lentos mediodías, las noches silenciosas 
y también las alboradas...
Ven mi amor, yo te miro, 
que sabes que sin gafas por más que yo me esfuerce
realmente no veo nada...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO

lunes, 13 de julio de 2020

ME MIRAN DE REOJO / Poesía de José Ignacio Restrepo



RESPIRO


Se ha dormido la mano 
auscultando al callado corazón,
y en el trémulo abrazo duerme encinto 
el eco de mil voces...
cuándo llegué aquí a sentir el sabor del gris cascajo,
a mirar las ventanas tan cerradas
como el techo mestizo y sin color...
qué me hizo pensar que era fácil dejar esta labor,
sin extrañar a aquellos que llegaban
conmigo hasta mis muros encalados...
cómo desde lejos,
el recuerdo hizo de altar al pensamiento
y los puso a cada uno como peones
de la brega que quedaba por hacer,
posando ante mis ojos una barca
sinceramente armada para el viaje
que recobrara el rumbo de otros días,
para llegar hoy mismo al dulce hogar
con un breve festín de voces cortas,
a modo simplemente de saludo
con pasados y futuros de equipaje...

Esa es la verdad.
De recuerdos y voces antesala,
se levantan los muros y se tumban
los caminos labrados con palabras
que han nacido de tercos sentimientos
que no os dejan ir
de estas sombras del quicio,
del balcón florecido
y de este luengo, vacío comedor,
donde escribo hace años sin reproche
para los ojos y el alma serpenteantes 
de vecinos y amigos,
que conocen mi rojo corazón...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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