lunes, 16 de febrero de 2015

TIENE VIDA EL DAMERO / Poesía de José Ignacio Restrepo




LOS PROPIOS DARDOS
 
 
Que de los paredones en los que ayer y antes,
por propia mano y certera puntería
te has visto fusilado en mala hora,
en sobrado rigor
y escasa pericia al hacer de juez y parte,
vos que solo eres otro humano más,
que adoleces y sufres,
debes estrenarte ya,
no es suficiente ese dolor tricentenario
ni sangre ves en rebuscada herida...
Entonces...
párate hermano,
ponte en pie 
que ese rojo no es lo que ahora mana,
solo es tu orgullo que hace de comparsa
por observar tu propia zancadilla
y de la altura en celo la caída,
y ese experto aire de allá arriba
en donde posas de santo y de perfecto,
 que ahora mismo te ahoga
y te mancilla...

No te fusiles más...
Esto que crees es el descampado
es uno de los amplios miradores
en donde cientos de enanos
como tú,
observan las jugadas del destino,
la métrica que cambia,
las cosas mudándose de sitio,
mutilándose entre ellas
mientras corren,
hasta alcanzar en suertes caprichosas
lugares para ellas y sus dueños,
que solo tienen rango y membresía
mientras se harta la sangre
de correr,
en sus venas impías y sin culpa...
Se conduce todo parte a parte,
por estas rutas débiles non sanctas
que oxidan lo que corre y lo que ven...
Al fin y al cabo
es ancha la jauría
y angosto y sin decoro este camino,
con piedras y con musgos invisibles
donde falla la vista y pierde pie,
tanto el conocedor que aún no es sabio
como el sabido y justo al día de hoy...
Tú, hábil caminante y perdedor
que bebes de tu vino destilado
no dejes que la culpa ponga ley
y reine en el pálido tinglado
donde se está ahogando 
tu destino...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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