miércoles, 9 de abril de 2014

VADEAR EL LAGO / Poesía de José Ignacio Restrepo


PASANDO


Flores trae en la mano
la señora muerte,
otra vez, otro amigo, que se ha ido,
los ramos ordenados sobre el piso
se caen en el gesto de la vida,
y el impensado amor encabritado
de un remolino loco,
venido con su vals
de cualquier lado...
Otra vez los pañuelos sobresalen,
la música del órgano nos habla
en ese idioma que vino alguna tarde,
no sabemos de dónde,
ni con quién,
seguro otro parejo que se iba
sin aún ser llamado,
atrapado en los rieles de un tranvía,
o cansado de atar cabos de todo,
volando,
en una postrera pregunta,
acaso no suceda...
un elegido para estar aquí,
solo hoy comprobamos que guardó
su tonada mejor para esta tarde...
Tenemos en el rostro hijos caídos,
monarcas acabados, derruidos,
nos surcan lágrimas recién aderezadas
de ese pozo que ya no guarda vino,
solo la hiel del surco,
el manantial de todo lo caído,
de aquello que no hemos obtenido
un conveniente y útil usufructo...
Rostros,
con el pánico del fin atado a ellos,
los observo, puedo, son amigos,
yo mismo me descuelgo entre mi osario
que aún está atado a mis latidos
y cuento los osados filamentos,
que parecen peldaños, puentes, muros,
deseos por alzar, pasiones...
No quedan muchos...
Adiós amigo,
vine a acompañarte
ya que tú no podrás
cuando llegue ese momento, el mío,
de sin saber qué llega ni porqué,
y sin oír valquirias desmedidas,
quemar todo lo que haya,
como si no sirviera para nada,
la vida compañera,
quemada ante mis ojos...
yo lo sé...

  JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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