EQUINOCCIO
...Cómo las laderas de su cuerpo,
llenas de caminos,
de olores de aguardadas primaveras,
parecieron llenarse de viento
cuando mi roce contuve,
interponiendo al reinado de mi tacto
el óxido de los vanos recuerdos,
mustiando,
con el tormentoso silencio
de los que mucho amaron,
los buenos ecos,
esas melodías perfectas
que osamos interpretar solo una vez,
no sabemos aun
si para nuestro favor,
o en legítima defensa
de las noches solas...
Luego,
su viento llenó mis velas
con el fuego
de sus canto de valquirias
ME ACUERDO
Que solo,
como diría no sin angustia alguna madre,
lo que queríamos era acabar con sus paciencias,
con la natural mesura de sus voces
y la tierna disposición
de sus augustas almas...
¿Si no porque
a toda verja debíamos montarnos,
a toda linea de puntas que
coronaran la fila empalizada de una verja,
allí donde riesgo hubiera ciertamente,
donde hubiera peligro de cortarse,
de arrancarse de la mano un dedo,
o de matarse?
Era
como si fueran un tantico bobas,
cuando las rosas perfectas recibían,
las violetas siemprevivas,
los jacintos,
que vivían tras las rejas
y los muros,
sin decirnos nada
solamente
Angelito querido...
LOS CONTIGUOS NUESTROS
Allende a la mañana,
podemos observarlos
al mirar el abandono de los cuerpos,
ella y él que aun sueñan,
que están entre frazadas
durmiendo como otros,
sus deseos consumados,
sus contiguos infantilmente profundos,
y a la espera
El otro,
el que habita la epidermis,
es más del clima que nuestro,
y solo espera que un roce
o un augurio
de por finalizado el armisticio
y lo vierta en la guerra,
con el sin nombre de todos sus deseos
carnalmente dispuestos...
¿Cuantos son?
Antes del alba,cuando todos somos sueños,
los que nos fueron íntimos, cercanos,
recrean con gozo en nuestra piel,
veranos calientes que fueron...
HIJOS DE LA MUERTE
Van por ahí
entretejiendo instantes improbables,
tomando luego fotos de si mismos,
para la pista no perderse, creo,
de las cosas que faltan o que sobren,
de los obstáculos traspuestos,
que han de olvidarse poco a poco...
Van por ahí, allí los veo,
jugando no sabe a que juego,
hablando mal del tiempo y de la muerte,
apostando sobre el como y el cuando,
en sus andanzas
le verá la parca,
mientras miran al sol
encegueciéndose,
como malcriados pupilos
que desdeñan a obsequiosa madre,
a padre de labor rendido...
Van por ahí, visibles,
los hijos de la muerte,
animosos con su fiel destino,
aguardan sus ofertas de trabajo
para ir a matar a hombres o a mujeres
que simplemente han subido de precio....
Escritos por
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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