LEGIONARIO
Acampadas esperanzas
de germinada oscuridad infante,
que en este día oráis sin fin ni queja,
para averiguar que tiene mi destino,
pues llegan alabanzas, desatinos,
que de mi nombre son hijos perennes,
fieles alumbramientos,
blancas nieves,
y entonces no hay acuerdo que inconforme
barra las hojas secas de mi casa
y a cambio deje todos los retretes,
todas las alcantarillas descompuestas,
las luces desde ayer ya malogradas
hoy solo pegatinas inocentes,
funestas mancuernas fijas en mis ojos,
para cuadrar conmigo la llamada
caja menor para curar heridas
que no es más que menuda si contamos
necesidades sumadas a deseos,
agujeros sin meta manifiesta
que tenemos
por ser quienes sabemos...
Hoy soy el resquemor de mi fortuna,
ácido para rostros no diezmados,
elocuentes pedazos de pasado
que no hablaban
pues hacer el oso,
no queda bien
entre sangrados hermanastros,
las ventanas quebradas en los ojos
me saben a sentidos homenajes,
y ese licor servido no es ultraje,
yo no bebo pero no puedo desdeñar
el hábito intranquilo de medrar
tras de los sueños rotos de los otros...
Cantimploras vacías eso llevo,
para causar la sed y luego darla,
no tengo de mis rezos una carta
que indómita presente sus respetos
para llenar la iglesia de uno solo
que llevo dentro y fuera
cual sollozo...
Me temo que aun puedo enumerar
las batallas luchadas y perdidas,
biográficas gestas no pedidas
al último acaso le den paz...
Me temo que ya el valor es un suicida,
la templanza es parabién del desvarío,
el sereno descanso en la pereza
no haya gozo
pues es tiempo perdido,
y en promesas no creo,
ni en paciencia,
un hombre malherido como yo,
en el tramo siguiente del camino
ora duro por poder dejar recuerdos
ahogados en la cresta de algún río,
pero no atina encontrar
agua de vida,
correntosa, bebible, sin sabor,
los dioses han oído su vigor
y olvidado le dejan,
a la buena del silencio y la floresta...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario