OTRO TESTIMONIO DIURNO
La piel del sauce rojo
que esconde el balido de las ovejas,
las rutinas del viento que repasa
los caminos ancianos,
que en su tierra tienen
el recuerdo de entierros de esclavos,
de risas de monte y fugas,
y mensajes que cabalgan,
cien siniestros,
esa piel que veo
con mis ojos de ira y cemento
parece ser gemela de la mía
por el marcado gesto de sus poros,
derrotero del aire y del sol,
de mis manos vereda y camino,
río que se sale de su cauce
las noches en que nada existe,
solo los dormidos recuerdos
y los otros,
los demás,
descubiertos entre verdes ilusiones
cantadas al albor como deseos,
todo allí,
para vos y para mi,
en esa corteza hecha de pardos,
de nudos y salterios en la brisa,
rasgaduras pequeñas cicatrices,
rugosas y precisas sobre el tronco
por años levantado
en las mieles de la tierra,
o en sus sales,
igual que vos,
nodriza,
tallada sin mesura ni misterio
por los días afables
sin motivos mezquinos,
puesta aquí
por algún dios cercano,
y nuestras bocas
latiendo frente a frente,
sin poder musitar nada elocuente,
sobre soles o noches,
o el sentido de estas marcas recias,
el gasto amarrado con mis velas,
o estas hojas vibrantes
de verde contra azul más amarillo,
sumando doce vientos mensajeros
latiendo y anudando
algún destino...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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como en más de una vez ya dije cura el amor y sana la saliva... las marcas de guerra dejan surcos profundos para que mejor ahonde el amor en uno... empieza hosco pero acaba como sol amaneciendo, muy bello Jose Ignacio. Abrazos.
ResponderEliminarEstas hojas de poemas, de azul, contra verde y amarillo, que tus ojos ven como mensajes ponderados, como toques sutiles de conflagrados mensajes de la carne, solo son mi tarea de tallado, mi trabajo de tejido musical, sin mas instrumento que el viento de mi alma...Como eres tu, Carmen, un aliento que calienta cuando el brío parece haber mermado, un aliento de vida tan callado, que siempre desde adentro agradezco...
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