RENUNCIACIÓN
Verdes banderas
del suelo atrincheradas,
llenas de miel,
con mi pegado aliento
de insufrible humano,
secado el llanto de infames torceduras
que se llevaron todo
hasta el respeto,
dañados por el humo, por la prisa,
nuestros sueños profanos
sin un cansancio previo revejidos,
con arrugas larguísimas,
sedientas,
durmiendo en nuestras manos,
adoleciendo de norte y de conjuro
para ser repatriados una noche
a ese legajador de lo probable,
tan vacío de búsquedas
y fines...
Verdes banderas que acobijan todo
incluso lo nefando,
lo desértico,
lo perdido por gula,
guerras rameras contra todo
mandadas con su bula genocida,
estandarte capaz de darnos frío
pues desata la peste y los peligros,
cuando por vientos nobles
bulle quedo,
diciéndonos a todos que no es tiempo
de buscar responsables
o parirlos,
los segundos que quedan son audibles
en ellos viaja el viento,
sus quejidos,
despertando cerebros,
combatiendo con fuego y maremotos,
nuestra insana pereza
para hacer un hogar
en este reconquistado paraiso...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
Copyright ©
Verdes banderas
del suelo atrincheradas,
llenas de miel,
con mi pegado aliento
de insufrible humano,
secado el llanto de infames torceduras
que se llevaron todo
hasta el respeto,
dañados por el humo, por la prisa,
nuestros sueños profanos
sin un cansancio previo revejidos,
con arrugas larguísimas,
sedientas,
durmiendo en nuestras manos,
adoleciendo de norte y de conjuro
para ser repatriados una noche
a ese legajador de lo probable,
tan vacío de búsquedas
y fines...
Verdes banderas que acobijan todo
incluso lo nefando,
lo desértico,
lo perdido por gula,
guerras rameras contra todo
mandadas con su bula genocida,
estandarte capaz de darnos frío
pues desata la peste y los peligros,
cuando por vientos nobles
bulle quedo,
diciéndonos a todos que no es tiempo
de buscar responsables
o parirlos,
los segundos que quedan son audibles
en ellos viaja el viento,
sus quejidos,
despertando cerebros,
combatiendo con fuego y maremotos,
nuestra insana pereza
para hacer un hogar
en este reconquistado paraiso...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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