jueves, 29 de septiembre de 2016

VIENE DE AGUERO EL MAL BAJO LA PIEL / Poesía de José Ignacio Restrepo


LUNARES


Dada la fea costumbre
de absorber por igual golpes y luces
que han causado en mi cuerpo
lunares de emoción
que tapan su registro unos con otros
y colocan después el celofán
para pactar sin mi sus armisticios,
me he descubierto a solas recontándolos,
de noche,
aunque parezca torpe...
su volumen permite detectarlos 
sin luminaria alguna,
los de mayor relieve al parecer 
se unen
con mis peores días y una cinta
de un gris tan solapado como el cielo,
que sabe que caerán sucias tormentas
y tiñe sin embargo entre mohínes
la hierba, los vulgares adoquines,
con un sol lapidario
hecho de brea...

Los más planos
poseen contigüidades inconclusas,
formas raros dibujos,
constelaciones sin zodiaco ni dios,
pero salen al papel cuando se calcan
y pueden sus mensajes deletrearse,
oponiendolos sin más contra el espejo...
Hablan de satinadas ilusiones
que el cuerpo puede llevar de pasajeras,
que abreva en verano
y arropa como padre en el invierno.
Tajante es su discurso medieval
que prohíbe esos sueños,
y repite en dejadas ablaciones
que no debe llevarse algún deseo
pintado sin un nombre de mujer
en las anchas espaldas,
hechas para el destierro y el trabajo
en un confín lejano
al que se llega no en modo casual
sino, como se dice vulgarmente,
perdiendo mano a mano...

Quemarlos,
esos hacen quienes pueden
y gozan del pudor avejentado
de limpiarse de culpas contraídas
por la vana ilusión nacida un día,
de allanar todo cuerpo como propio
y luego a las luces del recuerdo,
sin bastión protector
sacrificarlo,
desprendiendole el moho...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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