lunes, 26 de marzo de 2012

A LA LABOR DEL POETA / Poesía de José Ignacio Restrepo

LOA AL VERSO ATAREADO


Un verso pugna por ganar esencia,
se dilata en la mente, disimula,
toma aire de frente y lo congela,
después se mira en la ventana próxima,
dardos ve que otras lenguas lanzan
entre el silencio similar a algún ducado
que levanta entre el bosque fortalezas
para este poblador plebeyo,
cuyo rigor de amar y verse odiado,
le inventa versos, los infla como globos,
los lanza al cielo
y luego desinflados los recoge
del horizonte verde
donde la nieve blanca
se desintegra sin decirle nada.

El verso sin testar algo lamenta,
marcha en rojas letras
para que algún transeúnte apasionado,
lo tome del extremo más cercano
y lo convierta en cántico sereno,
que hable de emociones disolutas
que arroban las menciones anteriores,
los premios a la dorada soledad
que por azar, andaba bien borracha
y el verso del latir trascendental
llama al poema hacia al centro de la mesa
donde el albur dice su parte
con sorpresa.

Nada te ganas con decir que amas,
no existe pie que no ansíe montaña,
ni pergamino con letra mal escrita
que reverencie mejor lo aun no dicho
que esta palabra cuyo ambiguo tiempo
deja los calendarios atrasados,
para tirar en invierno al ancho horno,
la chimenea de los años sin olvido,
poder calmar el frío de las horas
que entre los huesos vive sin ropajes,
para decirnos que aquella soledad
que no se marcha nunca ni se calla
es una amiga sincera y oportuna
que vale más que algún amor impuro
que ayer llegó y hoy se fue
sin rumbo...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO

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4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Y yo, que soy solo alfarero de las voces que llevamos vertiginosamente todos en nuestro interior,¿podría acaso negarte, Omar, hacer de viandante y sentidor, en tu oficio de viajero y buen lector?...Un abrazo, querido amigo...

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  2. Un poeta es ese ser extraño, que mete en la boca su mano y saca el alma de dentro a fuera; la expone ante todos, esos, ellos, los otros, que a veces la vapulean, le escupen y se orinan en ella. Ese ser raro al que llamo poeta, recoge del suelo su alma, la lava y la solea, intenta meterla de nuevo dentro, para protegerla o para no verla, pero ya no cabe, no entra; entonces se enferma el poeta de vacío o melancolía, mientras su alma fiel compañera se queda a su lado, pero fuera. Entonces, ese ser tan raro, aprende a conversar con ella, incluso toman café y pasean de la mano... de aprendiz a poeta te digo amigo mío que a nadie como a ti admiro. Muchos besos de feliz tono.

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    1. La santa errancia, como diría Homero, en pos de la tribal sabiduría, una que como aguja pueda hacer hilos, nudos y redes, y saldar esas cuentas atrasadas por responder lo que nos hace humanos. Es el quehacer de los que vamos, devaneando sin ser aun felices, o convirtiendo ese minuto alegre, de conciencia fugaz y acaso endeble, en alimento que otros pocos coman, en el bien de sentirnos solidarios...Contigo está probado, lo gané, mi camino es el tuyo, y mi pie tu pie, si lo precisas...Abrazos...

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