SED
Los odres que contienen el líquido
que todos llaman felicidad
son llenados nuevamente cuando su contenido se agota,
por una legión de druidas que lo traen de un manantial,
que solo ellos conocen…
Los alfareros que fabrican los odres
están muriendo atacados por un mal misterioso
cuya cura se ignora.
los druidas no saben, pero en las estrellas se lee
que pronto ha de secarse la fuente
del precioso líquido…
No tarda…
Cientos de tristes seres, esperanzados,
soportan su extraña sed.
Vana su fe,
es próxima la hora de la gran confusión…
NOCTURNO CORZO
Andan fuera…
Quienes ya no se sombran con la parca
han salido a buscar unos ojos,
que vieron sus caras
mientras pagaban a alguien con muerte…
En sus manos extrañas herramientas hienden la noche
cuando escupen fuego.
Otros que por ahí quedan
caminan furtivos, corren,
mientras piensan en el último hombre al que hicieron daño,
pugnando contra el tiempo por lograr recordar su rostro…
CERTIDUMBRE GRIS
No intenta esconderse
de las turbias miradas de todos,
para tomarlo por la boca con la suya,
quizá porque es así desde siempre
o, porque ama con cada fibra de su cuerpo…
Aun la observo,
después de sentir
que el próximo invierno la hallará
formulando preguntas al rocío,
angustiosamente inoculando fervor
en un lugar desconocido de su alma,
para continuar viviendo
sin ya ser la vereda de sus huellas…
RECUERDOS
Llegar de donde tardan las horas,
del antes incoloro gastado por las voces de ocio…
Volver de los paseos sin día
demarcados por la línea de un gesto
o de un nombre que bordó en nuestra boca
infinitos tejidos…
Encontrar el presente de nuevo
con un seco sabor en el alma,
en el rostro cierto rictus de espanto
- un llamado a las lágrimas
en los ojos bordeados de arrugas -
CONFESION
Sabor de fruta en un verano intenso,
pulsante,
atemporal,
perfecta…
Hamaca donde juegan sueños,
gruta de un mar de duendes,
caracola,
portadora de mi sed
y al mismo tiempo,
fuente donde lento bebo…
Posada de mi deseo,
tu boca…
BIENVENIDA
Como otras veces doy la bienvenida a mis antiguos hábitos,
es grato el reencuentro con viejos camaradas,
allano mi silla de lectura, entre el humo y el aire,
enredando con el lápiz mi malcuidado bigote…
No desdigo del otro,
de su amor por aquella compañía, por su rostro perfecto,
y su cuerpo que olía vereda,
porque él no desdijo de este, que se tiende a luchar con palabras
desde el alba al ocaso,
a olvidarse de todos los nombres,
de su raro presente disuelto,
y los ritos de todas las gentes,
que ya poco comprende en el fondo…
Como antes,
vuelvo a abrir las ventanas, las puertas,
y recorro descalzo mi reino,
y converso a mis plantas,
como ayer conversaba con ella…
JOISE IGNACIO RESTREPO
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