sábado, 28 de agosto de 2010

A ESAS DOS HADAS, HERMANAS: NOSTALGIA Y SOLEDAD

Por José Ignacio Restrepo
POSESIONES
No tenemos nada…
Quizá apenas nuestra cierta duda…
Noche de enumerar,
el sueño me dejó perdido en alguna hora sin luz
y una vigilia forzosa
me tiene preso enumerando cosas:
recuerdos afectos,pasados abalorios,
como si no supiera
que es este afán contable inesperado
el que en verdad ahuyento…
La cíclica aquiescencia de las sombras
que mitigan con su magia
la suma de fatigas
y el paso fatuo de las horas diurnas.

Y allí estás tu,
como una barquita que debo abordar
igual que una bella moneda, antigua, preciosa,
que brillara en medio de la acera
por la que voy desprevenido,
buscando fin a mis pasos,
y entonces debo recogerte
y apretarte suave en mis manos,
con ese vago temor,
ese miedo en la boca del estómago, que me grita
abre la mano, abre la mano,
que allí no tienes nada…

La noche usa su lenguaje
y no es tan amplio, tan nítido,
como las voces del día,
en que la luz está por todas partes,
aun a pesar nuestro,
presta el ábaco,
pero detiene los dedos,
no sabes si es el uno o es el once,
si vas sumando o si divides…

Te siento, amor…
Te siento, duda…
Caminar  esta noche por los solos pasillos
de esta mente mía en vigilias,
cansa cada músculo,
casa pálido hueso,
todos los sueños o ninguno
contados u olvidados
CUARTO MENGUANTE


Amo los cantantes de la noche
los que venden serenata,
cuando ya se han tomado todo el vino
y deambulan por extrañas calles,
como si propias les fueran…
Se parecen a aquellos gatos
que se conducen
cual si les fuéramos nosotros
coprotagonistas,
lucen, ya tarde,
en las calles,
como un viernes largo de fiesta
o muerto sin su culpa en silencio…




LENTA BELLEZA


Los niños de ese lugar
deletrean lentamente,
se tardan para hablar del viento,
mientras sonríen
mirando las cometas…
no compiten,
acaso su lentitud se haga instrumento,
en tanto los reyes de estos siglos
con sus jornadas entre siervos y dinero,
pasan velozmente,
frente a sus ojos de escasos parpadeos,
ellos
especiales para siempre,
algo tristes por la prisa de todos,
velan ante el paso
de una columna de hormigas


EVENTUAL II
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¡Cómo las laderas de su cuerpo
llenas de caminos,
de olores de aguardadas primaveras,
parecieron plegarse a los vientos
cuando contuve mi roce,
interponiendo al reinado de mi tacto
con el óxido de los vanos recuerdos!
Mustiando,
con el tormentoso silencio
de los que mucho amaron,
los buenos ecos…
Esas melodías perfectas
que osamos interpretar solo una vez,
no sabemos bien si para nuestro favor
o en la legítima defensa de nuestras solas noches…

Luego,
su viento desplegado llenó mis velas
con el fuego de las walkirias…

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