MARÍTIMO
Como un ancho muelle,
longevo,
aguardo el arribo de un buque desde el norte,
el día del mar exuberante color ámbar,
el día
en que una augusta marea lo detenga
y en las olas,
como en una extraña talla,
se conserven inmóviles,
esos últimos detalles de su afán
por llegar a la playa..
Navegando,
una bitácora escrita en las estrellas,
tu gracia de goleta describe pequeñas hipérbolas,
ignorante de la amorosa bienvenida
que en el muelle la aguarda…
EN LA PLAYA
He de haber habitado en la magia
en uno o mil instantes, no recuerdo,
pero vine revestido de fuego,
de aromas, de ascensiones profundas
y evoco unos ojos castaños
que hacia el cielo miraban,
buscándome…
He de haber olvidado mis alas,
aun me siento volando entre ángeles,
pero estoy en el mar,
heredades de opio y Jacinto,
sin miedo nombrándome,
como preso en el suave narcótico
en mi piel leo signos de un mapa
y te siento tallándome…
¡Cómo no bendecir este asombro,
de ambrosías, de musgos y océanos,
y tan lento como sea posible
evocarte cerrando los ojos,
respirando despacio,
retornando sin nombre siquiera
del periplo en tus mares!
DIALÉCTICA
La piel discurre enormes delectaciones
tras la bruma inquieta de una mirada,
cuyo inmediato motivo es encontrar un igual,
una respuesta al cuestionario de los cuerpos,
de cuyo argot el origen nadie sabe…
La piel, indómita,
suele escocer de forma placentera
si detenidos contemplan nuestros ojos
a ese otro ser
del cual se ignora todo,
que está allí sabiéndose el objeto…
Y suele contraerse humildemente,
como la luz en presencia del ocaso,
cuando nos es devuelta la mirada…
el deseo en volutas invisibles
en pos yendo, afanoso,
siguiendo nuestro ardiente encanto…
JOSE IGNACIO RESTREPO
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