sábado, 21 de agosto de 2010

DESDE ESTE LADO PARTIDO DEL ALMA / Poesía de José Ignacio Restrepo


A   ALGUNA


Abrasiva,
inmensamente volcánica,
con su resuello
que semeja estampida de bestias nocturnas,
esta tristeza me recorre una y otra vez...
Una y otra vez, como a ti,
lo sé.

PRIMER  GRADO


Quemado vértigo,
que asciende sin fe
desde la piel conversa e irredenta
del calcinado estómago hasta el velo nacarado,
donde se empotran brillantes y amarillos 
estos cuchillos cortantes, los pocos que quedan
y desde allí, tras de ese ingobernable cantillo
que ha nutrido al viento...

Quemado, 
irreconocible sentimiento,
por nuestras manos vuelto vil ceniza,
a que lugar enviarte en la memoria
donde te pueda visitar de pronto,
en las noches de marisma cancerosa
cuando por equis razón 
me acuerde de sus ojos de fuego.




SEGUNDO RECUERDO



Suave destreza del hilador 
curtida por fiebres e insomnio,
por años de ser escolar 
de una sola asignatura,
me abstraigo en tu disciplina 
para lograr comprender
estos míticos trabajos de olvido,
lentos gotereos de agua, 
socavados palpamientos,
recuerdos breves vagando 
sin un lugar en el tiempo,
como entrevistos fulgores
que luego no sabemos 
si  realmente fueron.

Suave, 
una semilla redonda
 que se queda implorante y seria,
a centímetro y medio de mi mano,
y me permite ver sus hilos y fisuras,
las fibras y vasos,
que habrán de formar algún inmenso ser
en un futuro no sé cuan distante,

de mí, 
pequeño enano 
salido de no se sabe dónde.



VISIONES


Vencidas llanuras

que de pastos rojos van cubiertas,
ya seréis alimento de la nieve,
os veréis convertidas
en acostadas y silenciosas nodrizas,
que cuidan el fluir del agua
que sólo atiende a su rito subterráneo,
corriente que lo olvida todo,
cual buey castigado,
sin yunta que anclar a su cuello,
sin tierra que medir
y bañar a diario con su llanto y sudores,
sin amo.

Vasta nomenclatura
que refleja en las nubes su  aprendido idioma,
de estos quemados azares por prestar la piel
a la siembra del alma,
queda a veces el sabor a quema.
Queda, como hoy, el paisaje
gastado por afanes y sin huellas.



UNO DE ESTOS DÍAS



Largas, larguísimas escaleras, 
de tu blanco granito, 
pulido por lluvias y vientos, 
me llega ahora el eco, 
monólogo de mis propios pasos, 
el mapa póstumo de una huida forzosa 
que como breviario irreductible 
describe, 
si debe uno morirse 
con el fin imperioso de salvar la vida. 

Si, es otoño, 
estos fríos calan más que en otros meses 
cuya certera impronta fue la lluvia, 
eterna se pensaba entonces. 
Como aquellos dolores de boca 
que a fe ponen prueba a nuestra hombría, 
este otoño con apariencia de inmenso, de no irse, 
venteará algún ridículo aire 
uno de estos días, 
antes del mortal invierno, 
epilogándonos, ya sabes, 
sin que bien lo sepamos. 


FIRMATIVO


Si,
estás en mi voz,
cuando brota cascada, irreverente,
como anónimo viento
que viene de silenciosos barrancones...
Si, estás en mi voz, te lo aseguro,
aunque nada se escuche
y entreverado  ande con mis guerras,
que aun no tienen cuartel, ni tampoco enemigo.

Y estás,
a veces,
en mi canto diurno
cuando él va derivando entre fríos manantiales,
por crestas de montañas descendiendo
y se cansa, a veces...

Y a veces no estas.
Mi voz cascada se arroja
desde lo más alto a buscarte,
a buscarte y no hallarte,
a buscarme y no hallarme.

FINALLE PEU


No sabe que es

el último latido 
de ese corazón crecido,
arduamente ahuyentado 
por las batallas pueriles
que inventamos una noche
y un día,
de este tiempo sin tiempo.

Y la medida de tu boca
que mi boca sin saber conoce bien
no sabe aún que deshará los nudos,
uno a uno, atormentadamente,
con la fe sin fondo de los muertos,
y entonces sí vendrán de mi pecho a mis ojos
desandándose,
uno a otro todos los latidos,
como en esas procesiones 
que rememoran fechas extraviadas 
por todos en la memoria.

INSOMNIO
En quien pensar, muerte, de noche,
cuando el sueño emprendió marcha
lejos de mi mente en guerra
que no quiere descansar ni al cerrar los ojos,
ni al juntar los ojos
o las paredes enmuradas del alma...
En que pensar, a que lado enviar una carta
que en su sobre no lleve destino
y esté  teñida su letra
de la ausencia vieja, recurrente
que no cuenta jamás problema alguno,
o preocupación consecuente y entendible,
sino que relata entre ires y venires
el vacío perenne del sin rumbo,
la dirección perdida, ausente,
de una brújula mala...
En quien sino en ti,
la de los últimos gratos recuerdos,
la de la piel moteada de trinos,
la que acaso me lleva ventaja
y seguro investida de otro amor,
en este sesgo de la noche, duerme.

LA HORA ÚLTIMA, 

LA SIGUIENTE


Como te envío los ruidos de la noche
para que se conviertan en sortijas
que se líen en tus dedos,
signo los pasos del día de mañana,
las escabullidas, los retornos,
las dimisiones, los miedos
y los logros...
Que enigma, Princesa de las Flores,
cómo no hablarle al viento de tu rostro
para que él vaya en tu busca,
aún recelando que se vista de ciego
y al llegar, te recorra de tactos, te libere de ausencias,
te invite a intentar el olvido.

Y a esta hora ¿la última? ¿Quizá la siguiente?
juntando en un rosario huellas
mientras eludo la exigencia el sueño,
el murmullo de las hojas contra el suelo se deja escuchar
y puede ser que las hadas se estén besando las manos
revolviéndose las ropas a fuerza de deseo;
entre tanto, me visitas sin aviso,
yo cierro los ojos y te espero 
para poder encontrarte.


JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
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2 comentarios:

  1. Se arrima el alboroto de una muchedumbre
    que tartamudea sus convenios
    y en su tórax veloces pulsos
    vigila su dignidad en las mordazas.


    Se baña desvestida
    pues sabe que los dioses no existen
    al abismo desciende sinuosa, su refugio,
    para cubrirse de barro
    que nadie la mire

    ha coleccionado conchas de fuego
    sobre sus pies
    para no olvidar. ( ana rosa )

    Volveré a esta replegada luz entre cimientos donde escurre agua y a esta página donde se me vuelve espejo transparente.

    Un abrazo desde Valdivia Sur de Chile.

    Ana Rosa

    http://negrachucara.blogspot.com

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  2. Ay! Ana, estoy tendido en tu fuego consonante observando como las aves te cuentan sus secretos, aquellos que yo sospecho solo a veces...bella la noria que te trajo en este lejos, corazón y nos ha puesto tan cerca...besos!

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