jueves, 2 de diciembre de 2010

QUE LO DIVINO ES HUMANO, CREE / POESÍA DE JOSÉ IGNACIO RESTREPO

ESCENA DE CALLE
Noir couple
Cuenta de estrellas,
quietas desde los tiempos sin nacer,
y en  tanto los segundos vividos,
hilados con tenues luces,
en la piel de mis manos
que arropan tu recuerdo sin que yo lo sepa,
sin decírmelo,
como en los años pretéritos
cuando escondíamos nuestros sueños del mar,
y hablábamos a hurtadillas a la luna,
que sin duda por eso nos perseguía en la noche,
cuando caminábamos a casa
y no queríamos que nadie nos viera

TRÁNSITO
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Cae el flagelo
impávido , brutal,
la anchísima espalda que alguna vez será
semejante a un mar azotado por tormenta inesperada,
cuyo único afán es consumirse..
Formación del padre,
el vértigo del castigo le dará
una idea de a quien debe obediencia,
eso de estimular cuestionamientos
ha dado origen todos saben
a apátridas por cientos de miles,
que de este cuento fatídico los hilos manejan,
o, a quien engañas, ¿eh?

CUERNOS DE DIOS
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Quien vaya a allí,
traspuesta sin ayuda la verja,
que separa oscuridad de luz,
conceptos falsos que nos gastan la vida,
de seguro se encuentra preparado
para mandarse en envión
el olímpico brebaje de la verdad,
si…
Oh, astado que moras en mi frontis,
invisible a los demás,
no saben que me pesas
porque ése me escogió como morada
y se cuelga en sus matutinos ejercicios
que pretenden engrosar sus invisibles bíceps,
sus incoloros trapecios,
ese ruge desde arriba
y mi dolor de cabeza no es más
que la extensión de su angina terminal,
o de su divina hemorroides,
que empieza a serme tan incómoda
cual si cargara frente a los ojos,
un hediondo podrido
racimo de uvas…

VAPOR DULCE
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Quemado vértigo que asciende sin fe,
desde la piel de si misma
conversa e irredenta,
del calcinado estómago hasta el velo nacarado
donde se empotran brillantes y amarillos,
estos cuchillos restantes
que son pocos, que quedan,
tras este ingobernable castillo
que ha nutrido el viento,
que ha luchado desde siempre
entre ilusorios caminos…
Quemado,
irreconocible sentimiento,
puesto en brillantes
y luego por mi mano vil ceniza,
a que lugar he de enviarte en la memoria,
donde te pueda visitar de pronto,
en las noches de marisma cancerosa,
cuando por equis o ye razón
me acuerde,
de tus ojos de fuego…

JOSÉ IGNACIO RESTREPO Copyright ©
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