BIENVENGO EL CORTE DE LAS YEMAS
Cómo se llama este color inesperado,
de que está hecha esta prisa
que parece partir mi corazón,
no recuerdo haber tenido como huésped
esta certidumbre de hundimiento,
de desaparición,
de frío inerte…
Y sin embargo,
que reconocidos invitados,
no son amantes
pero ya antes esculpieron sus fibras en mi alcoba,
en ninguno confío
pero los he albergado en mi pecho,
y ahora me dicen que si están allí
es inútil que tema por verlos
o por oírlos en medio de la noche,
en sus horas insomnes,
las voces quebrantadas,
las pisadas tejidas sin rumbo
entre ciegos suspiros dementes…
Es hoy , es esta noche,
los veo a todos en frente de mi
trenzados en pláticas insignes
que se aparean sin nostalgia alguna
con el venturoso silencio,
que ayer era el dueño del recinto
y hoy envuelve nervioso el paso agigantado
de los que rondan con sus penas sempiternas
detrás del antifaz de su fantasma,
por nadie recordado
como el principal habitante de la casa…
Cómo se llama,
este color recibir ha debido bautizo,
no puede carecer de lo más simple,
primera condición para tener un lugar en la paleta
o un sitio en la mente de aquel
que animado revive sus pinceles,
convirtiendo el blanco de la tela
en dormitorio aleve de sus ecos,
este color de la angustia y el quebranto
aclarará otros tonos aclamados
por su rancia claridad y transparencia,
se extenderá poco a poco sobre los viejos trazos,
los oscuros caminos
usados como cláusulas de fuga,
y logrará borrarlos, si,
este color sin filiación ni nombre,
este hallazgo de reyes sin corona,
pondrá en secreto joyas
donde crecen los nudos de mis manos…
POR NO ESCRIBIR
Con la campanada que no suena
queda el viento con su sensación de espera inútil
el breve vientecillo que recorre
el camino invisible de mi vientre hasta mi oreja
fiel testimonio de la marea
curtida
indescifrable
del tiempo…
Es la hora anterior
trayéndose a si misma de los pardos cabellos
rasgando sus vestidos con sus largas uñas
la que dirime el espacio
entre el evento que sigue y el recuerdo
en esto suena la campana
una dos todas las veces
ya llegó la hora
terminó la espera…
JOSÉ IGNACIO RESTREPO Copyright ©
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Ahh cómo sabes de las horas tahúr del tiempo, de su paso y de cómo amellan, y algo más, de cómo es ese momento, el previo, el de puro miedo por la pura duda, inefable color del errado prisma, divino terapeuta...
ResponderEliminarPauta ganada por perder en el altar dulces placebos, oro que compra solamente vituallas para hambres perfectas, agua de sabor a menta que también limpia los ojos, azotea para almas compungidas que se siguen ganando la vida sin saber que ya están exentas del suplicio, de ver pasar las horas con la sacra agonía de las ansias, perlando el cuerpo lacrado, con la piel en muda errancia.....
ResponderEliminarY tus letras me han hecho retroceder en el tiempo hasta algo leído en mi adolescencia, y por supuesto robado y usado infinidad de veces, como en este caso, donde se desdibujan las horas y los juicios y los jueces...y aclara el color de cualquier angustia, de cualquier quebranto...como sin titubeos declamas...
ResponderEliminarY oscurece y hace eterno también el brillo del sol cuando nos da de frente...El tiempo.
Y es tan simple y compleja a la vez, que dice así:
"El tiempo es un jurado infalible que decide la inmortalidad o el silencio" (J. Narosky)
ah, Fabi...de ese señor hecho de gestos de a minuto y circunspecciones de a segundo, he recibido empujones y acalores que me han enviado al suelo y después me han levantado entre canciones...Como alfajor derretido me he sentido en sus fauces y luego como mármol, pero aquí voy otorgando a su piel lo que es de él y robándole al viento lo que deja tirado, lo que él ha robado, en otro instante sin dueño...
ResponderEliminarEl señor Tiempo...que somos sus esclavos...a la vez que él nuestro siervo...
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