CERTERO
Entre tanto,
lo supo antes que yo el búho desalmado,
como decía la vieja,
como decía la joven con cara de vieja,
lo supieron las hojas asentadas
hace mil años en el portal de casa
que entraban al zaguán sin debitar permiso,
y lo supieron las cuatro primaveras
y las dos guerras vivas,
guerras muertas,
que por pobres querellas se lucharon
y se fueron al olvido sin ser bien digestas...
Lo supieron todos, viejo amigo,
mi querido compadre vivo
y muerto de ir mal vivo
por estas calles de dios,
que no tienen los números colgados
y de cuya filiación sabemos
todos los mundanos
pero los divinos no,
no los dueños de ojos y de manos...
Todos lo supieron, todos,
premuras de las dos de la mañana,
luces de ventanas apagadas
en ardidas casas donde todos duermen,
y yo necesitando que miraran,
al menos uno por dios,
al menos un tuerto ojo
que me viera marchándome sin nada
para los ígneos foros donde ya ni la voz
tiene sentido de ser elevada,
tirado en el portal, sin casi sangre
corriendo por las venas,
después de que mi pecho crujiera
al no poder parar la puñalada
de aquel maldito amor
que no aguanto, que no dejó
olvidado como si lo hice yo
su corazón
y vino por el mío,
sin avisar en medio del oscuro callejón,
y me dio muerte
sin decirme nada,
ni un reproche banal,
ni una altiva palabra,
solo el envión de la hoja
escarnecida,
partiendo el duro esternón
y nadie vio,
nada, señor policía,
lo que se dice nada...
CARTA NO ENVIADA
Con el nombre de ella borrado
de la punta del lápiz,
no se puede escribir ni la palabra quiero
y mucho menos la palabra vivo
que parece fugada del mapa,
y condenada a vagar sin remedio,
por iniciales perdidas
distintas de la propia,
en diccionario nuevo
y en página nunca visitada...
Con la punta partida
no se puede escribir corazón,
todo romo latido se pierde
en fatal distante encrucijada,
continentes nunca conquistados
por salidas mudamente dilatadas,
buques vacíos,
góndolas cabizbajas,
muelles de hierro,
fatídicas disputas por bufanda prestada
que al final sólo el viento ha visto partir
tras la furiosa nevada...
Con el lápiz gastado hasta el número
no puedo escribir es esto mío,
mío el suplicio de saber sentir
para ejemplarmente sentirme vacío,
y como no puedo escribir pues ya no escribo,
amor amado, corazón mío,
ya no escribo...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO Copyright ©
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Qué habría que contar entonces que no fuera de amores y puñaladas, corazones despeñándose y anhelos enclaustrados, historias, al fin y al cabo, de las almas que se saben almas, pero sigue escribiendo poeta, asi tuviera que hacerte con mi piel madera y con la sangre carboncillos para que no falte tu letra, para que no me falte la vida que vivo en ella...
ResponderEliminarDestello bendito de camándula diurna que se toca a si misma llevando la memoria de las casas del rosario... Hoy los misterios saben de la alegría y oran para si mismos, los ecos golpean santamente los claustros, el cuarto de hora que sigue prestado con razón al silencio, y las cuentas de la ruta como dientes de boca amorosa, blanqueando las estrellas de otra hora, tras las letras ordenadas como naves que conquistarán la tierra idolatrada........
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