martes, 10 de enero de 2012

EN LA MITAD, DEL MEDIO… / Poesía de José Ignacio Restrepo


ENTRE PIERNA

al rojo

Muéstrenle así
lo que llamamos verbo,
cuando el afecto
es decorado entre reproches…
Aventajada la matriz de muda estirpe
que la trajo a mi mundo adolorido
sin semen compungido que aun la sueñe,
como espacio exacerbado de cultivo…
Antes de la tragedia de no verla,
no saberla,
y ni siquiera presentirla
ya me llamaba en su alma noble,
aturdida y fiera por mi nombre,
mi meretriz de voz despavorida
que me sabía ajeno
entre reproches…

Insertadas
sin más todas las púas
en los alambres nobles,
longuilíneos,
cuyo trabajo único es cercar
el nicho de la adulta fantasía,
que campea muerta y dislocada
ante la labrada moral fría y añeja
la llanura de todos los silencios,
recibe del embate merecido
de mi pie más fuerte y solitario
ése que hace el papel de aventurero,
sobre sus gestos largos y sedosos,
que me nombran como a plebeyo rancio,
y luego tallo mi más rabioso esfuerzo
que sin embargo ha perdido el rumbo
mientras sucumbo
al placer de lo indebido
por el solo temor de no dejar
de ser yo el objeto de sus ojos…

Helada vicisitud
la del rosado estigma
que ni palabra merece para ser visible
solo dos mil latidos enervados
necesita para hacerse perentorio,
al descubrir mi tacto lo que esconde
el mundo parece flotar en dos mitades,
pericia de las manos que dirigen
ociosas fantasías orquestadas,
desde lugares pasados
y entre pardos mitos,
mientras ella se allana
como si fuera de inicio
a las vulgares palabras que desertan
de su boca cuajada de deseo,
siendo niña y princesa de un ducado
ahora llega al mercado de abalorios,
donde nuevas ansias se bautizan
sucumben al comercio,
despotrican,
y aquello que era caro hace dos noches
merced a estos derroches
ha mudado su precio
y ya es gratuito…

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©

2 comentarios:

  1. Casi habría que hipotecar el alma para comentar este poema como mereciere, válgase mi enhorabuena por lo dicho y el regusto a estilo antiguo que aún más lo engrandece. Abrazos.

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  2. Desde la puerta entornada, mi alma biselada de decires arde en ganas de teñir la noche, con el rojo derroche que la cubre, pero es mejor no consentir en placeres de dudoso nombre, y persistir en el gracias ya previsto, que sin embargo bajo el cuerpo arde...Abrazos Carmen...

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