ÉRAMOS YESO EN HIEL...
Contritos silencios,
de cadavérica estampa,
mirándose las manos,
fatuas tejedoras por motivos ajenos,
con esos ojos bellos
que han perseguido sin razón el decoro
ese de tonos neutros y mezquinos
tan diferente de tu rojo espléndido y divino...
Carromato de fuego
que incendia contra toda la física,
esas estrellas que de luz ardida viven,
esta es la vida de nutricio aljibe,
dándole humedad a los ojos...
que por eso viven...
Urgida la emoción que lleva
los nombres de los amigos
para que duerman
en la quíntuple caja de Pandora,
que recién estreno en esta tarde sin hora,
porque soy de los cadáveres revividos
el peor honesto,
voy por allí gritando cual funesto
ha sido este amotinamiento,
muertos los pergaminos que probaban
que eramos aquilatados y sentidos,
no queda más en la urgida llamarada
que quemar a los justos con los vivos,
para que pardo el cielo lleve al mar
proclamas justicieras,
no quedan más que revividos sucios
entre la vereda verde
y el camino agreste,
que es de finiquitudes amalgama...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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