INVITACIÓN
AL VIENTO / POESIA DE JOSE IGNACIO RESTREPO
FOTO
Y entre tanto,
no sin antes contarles que de eso a acá
habían transcurrido ya diez años,
fuimos sumidos en el mismo dolor
al ver esa cartulina viva bajo el vidrio,
que no quebrantaba ya nada
salvo esos umbríos monasterios
que vas construyendo en el alma,
que se estaban cayendo a pedazos
con solo observarla.
Tenía el misterio de una cara
lavada por las lágrimas
y al mismo tiempo en sus ojos,
la felicidad brotaba como un himno tardío...
Se me caían por pedazos
esos umbríos monasterios
que llamamos recuerdos
al respirar algún aire antiguo
y rememorar como amaba mis ojos.
ESPACIO
El viento mece las ramas,
mece las ramas y las hojas secas que danzan
sin saber ni como, ni cuando son movidas,
ni la causa.
Es ya madrugada
la luna fue temprano espectadora
y ya emprendió la marcha
y oculta en la montañas ya no puede
escuchar mi canta.
Solo, y las chicharras repitiendo su coro repetido
el que entonan hace tanto,
cuando yo no lloraba, no entendía de manos amorosas
o de ojos con prisa por mirarme,
o de bocas aladas...
El viento riza mi pelo, me habla de su romance con la luna,
que ha emprendido su huida en esta noche oscura
de quejosas chicharras;
yo la disculpo,
le digo que es el orden de los astros,
que ella vuelve mañana más temprano...
El me pregunta sobre el brillo que anida en mis ojos.
dice que es el mismo que le llena
cuando sale su luna, y se duerme en su canta
hasta que el alba la esconde en la montaña...
VESPERTINA
Antes de los ocasos
cuando los días han sido bochornosos,
pero no abrumadores sino bellos,
podemos advertir sin siquiera proponérnoslo,
solo por virtud de quien se yo,
un sabor en el aire, en los tonos de las jóvenes mejillas
que se dilatan un poco al hacer una sonrisa graciosa,
porque somos mancebos y ellas hembras.
Acaso en los atardeceres, esos de tonos naranjas y bermejos,
también las cantimploras se vacían,
y se bebe buen anís,
y se da gratuita la energía
a lides que no tendrán posición en la historia,
acaso solo apatía en el recuerdo...
Y se escriben poemas, no muy buenos,
y se ama noblemente y se desea.
LLANTO
Cuando se me acaban las palabras
y mis manos no pueden alcanzarte,
siento los desastres que me rondan
como asombrados pájaros azules
de ese tono oscuro que no me gusta;
simplemente
observando la forma en que muevo mis espaldas,
cansinamente, ignorándolo todo.
Y ellos esperando que no vea el lodo.
que no repare en lo liso de la grava,
y caiga,
para tenderse sobre mi
y desaparecerme...
Cuando se me acaban las palabras
y mis ojos lloraron ya
hasta cansarse,
y mis manos se toman insidiosas,
y aun no te alcanzo,
esos asombrados pájaros azules
ya están hartos de saciarse en mis vísceras
y se han marchado.
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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