viernes, 24 de febrero de 2012

SACRAS BITÁCORAS… / Poesía de José Ignacio Restrepo


QUÉ DICE EL MAPA…

viajes

Acoge las preguntas mensajero
que puede hacerte el norte en cualquier mapa,
si lo miras de forma que te diga,
a dónde debe ir tu pie primero,
pues el ojo devenga con la gana
lo que le rige desde tu deseo,
ésto es que a dónde fueres siempre
haya mujeres que sirvan, 
eso es todo,
que tu comida tres veces en la mesa
esté dispuesta aunque una guerra hubiese,
que exista un perro cuidando de tu sueño
y un altar noble 
para cualquier dios que presida,
en esa tierra de hombres conocida…

Mientras el gráfico 
devuelve sus respuestas,
y los caminos posibles aparecen,
yo te recuerdo real desconocido
que ningún mapa devela los caminos
y mucho menos de lugar de garantía,
los hombres buenos y malos hoy caminan
por toda parte donde el pie se pose,
y cual regalo llevan su ignominia o su decencia
donde el pie se atore,
entonces tu que haces preguntas flojas,
más bien libera al papel de tus congojas
y monta ese saíno mientras puedes,
dale a la luz una oración promiscua
para que llegue a oídos de algún dios,
que incluso todos se sentirán amigos
si no la inicias con un nombre solo,
deja que lleven tus pies a dónde sea
y cuando arribes repite el rezo duro,
para que santifique los conjuros
que permitieron que llegaras ahí con vida,
después pregunta el nombre de ese sitio,
has una cama de hojas secas y descansa,
como si fueras apenas cuidandero
que de una casa ajena el dueño salva 
a los que oran para hallar el sueño…

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©

2 comentarios:

  1. como aquello de caminante no hay camino se hace caminos al andar, son tantas las veces que me salvas las vida aún ignorante de ello, como ahora que cierro el mapa que ya no preciso, y pongo delante un pie para que le siga el otro, y nada más, el faro... algún sueño venidero. Mil besos mi querido Jose.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El amor por vivir, aunque nos duela, tiene oraciones como ésta por favores prestados, se me salen a veces sin pedir ni siquiera permiso, se aposentan allí en la claraboya, al favor impreciso de mis musas, que acomodan un sueño tras del otro, y se escriben casi solos, casi mansos como pidiendo perdón...Éste es uno de ésos, Carmen, también a mi me caló allí en los huesos, como esos caldos de pollo de mamá, cuando llegábamos muertos de frío, de vivir esfuerzos infecundos, perdidos, sin fe, y nos ponía una manta y nos llenaba de albricias, hasta sacarnos una risa, y el mejor te quiero que teníamos...Un abrazo, linda, y un beso en tu frente de luz...

      Eliminar