lunes, 9 de agosto de 2010

BITÁCORAS / JOSE IGNACIO RESTREPO

DECIR DEL TALLADOR


Cascajo de balastro

recogido en predio sin dueño,

quien tuvo allí hogar se olvidó del regreso

dejando sus tristezas ordenadamente puestas,

cada paso desteje alguna de ellas,

se me ha dado en tallar lo que me venga,

y mis manos sin virtud sobre esas piedras

hasta eligen idioma

hablan, hablan, hablan

de asuntos que yo no sabía,

que otros poco conocen,

no les sé los nombres, perdonen,

pero expuestas al sol lloran, laten,

gimen bajito,

ese cascajo tallado

como las iras represadas en los rostros

de figuras pequeñas

debe haberse traído consigo

las posesiones de su antiguo dueño,

tristezas y angustias de vasta pelambre

ordenadamente emplazadas.



UN VIERNES CON MAGIA


Como no reconocerte

en este no querer verte del precoz pestañeo,

que sucumbe y se aquieta

ante tus labios que me apresan,

abierto el pecho y los ojos

las coces no quieren salirse

sino que se meten más adentro

como queriendo partirme,

deseando ser caracolitas de playa

en su mar original dentro de un frasco,

y algunos pescaditos de colores

dando vueltas y revueltas en su propio oleaje,

apenas por mis brazos atinando a salirse,

y allí ven los otros desde el frente

este trozo de película gratuita,

mis aspas como locas con tu viento indecente

poniendo sobre ti, en tu piel envolvente,

millones y millones de electrones,

tus latidos en fuga.



MUDANZA


Dejan la piel en este o en aquel portal

(dicen que estamos en temporada de frío)

puede ser un acto profético

o su equivalente en moneda sin valor:

un momento pintoresco

de cuya validez solo sabremos algo

si hoy otra vez conservamos la vida.

El sol acuña su propio dinero,

todos ahora quieren ir bronceados,

músculos tensos, su propio peso en oro,

todos son tan bonitos, soy sincero,

pero córranse un poco,

dejen pasar a la gente por la puerta,

no estorben la luz,

que llegue a mi lugar interior inexplorado

con su espejo de tristeza y calendario.

¡Ah!

Y algún objeto filoso de veras,

que pueda usar llegada la noche

para retirarme la piel vieja

que a simple uña no puedo quitarme...



ODA A LOS HEREDEROS

Que en sus frentes aumenta el sudor

mientras sus palas diezman los escombros

nadie a esta hora puede verlo...

Sobre el grueso cable

tres pequeños cantores hablan veranos

y un nuevo amanecer rompe en colores.

Que unas horas después

es un río de gentes

las que pasan por el sitio,

niños que ríen,

mujeres con la bolsa de la compra,

hombres con cientos de problemas

en el bolsillo, en la testa,

autos...

Y ya no hay ni sombra del escombro

la calle está limpia.

Con su impronta sencilla

no parecen hablar los prados cortos,

ni los vidrios que fulgen o los tensos cables de los postes

que energía transportan, o conversaciones,

o llamadas de socorro.

Más allá una mujer vocea su fruta

y el calor hará el resto...

Un paisaje invisible

aquí, allá,

esparcidos cual pródiga semilla

los herederos del antiguo paraíso

como buscando redención

trabajan.

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