miércoles, 8 de septiembre de 2010

ELOCUENCIAS DE FUEGO / POESIA DE LEON DE GREIFF


Reseña bibliográfica




Poeta colombiano nacido en Medellín en 1895.
En su ascendencia se mezclaron las sangres española, alemana y escandinava. Se desempeñó en diversas actividades comerciales e intelectuales, dirigiendo reconocidas revistas literarias en Medellín y Santafé de Bogotá. 

Su literatura se inició dentro del modernismo, adoptando luego posiciones estéticas acordes con el surrealismo 
francés y con el creacionismo de Vicente Huidobro.
Su poesía conjuga la ciencia, el erotismo, la ironía, la ternura, 
la espiritualidad y la materia.
Publicó «Tergiversaciones»,  «Libro de signos», 
«Variaciones alrededor de nada» , «Prosa de Gaspar», 
 «Fárrago 
y Nova el vetera». 
Falleció en Bogotá en 1976. 





Balada del tiempo perdido




I
El tiempo he perdido

y he perdido el viaje...



Ni sé adónde he ido...
Mas sí vi un paisaje
sólo en ocres:
desteñido...

Lodo, barro, nieblas; brumas, nieblas, brumas
de turbio pelaje,
de negras plumas.
Y luces mediocres. Y luces mediocres.
Vi también erectos
pinos: señalaban un dombo confuso,
ominoso, abstruso,
y un horizonte gris de lindes circunspectos.
Vi aves
graves,
aves graves de lóbregas plumas
-antipáticas al hombre-,
silencios escuché, mudos, sin nombre,
que ambulaban ebrios por entre las brumas...
Lodo, barro, nieblas; brumas, nieblas, brumas.

No sé adónde he ido,
y he perdido el viaje
y el tiempo he perdido...

II
El tiempo he perdido
y he perdido el viaje...

Ni sé adónde he ido...
Mas supe de un crepúsculo de fuego
crepitador: voluminosos gualdas
y calcinados lilas!
(otrora muelles como las tranquilas
disueltas esmeraldas).
Sentí, lascivo, aromas capitosos!
Bullentes crisopacios
brillaban lujuriosos
por sobre las bucólicas praderas!
Rojos vi y rubios, trémulos trigales
al beso de los vientos cariciosos!
Sangrantes de amapolas vi verde-azules eras!
Vi arbolados faunales:
versallescos palacios
fabulosos
para lances y juegos estivales!
Todo acorde con pitos y flautas,
comamusas, fagotes pastoriles,
y el lánguido piano
chopiniano,
y voces incautas
y mezzo-viriles
de mezzo-soprano.
Ni sé adónde he ido...
y he perdido el viaje
y el tiempo he perdido...

III
Y el tiempo he perdido
y he perdido el viaje...

Ni sé adónde he ido...
por ver el paisaje
en ocres,
desteñido,
y por ver el crepúsculo de fuego!

Pudiendo haber mirado el escondido
jardín que hay en mis ámbitos mediocres!
o mirado sin ver: taimado juego,
buido ardid, sutil estratagema, del Sordo, el Frío, el Ciego.





Canción ligera




Me quedas tú, y me donas tu alegría
con el dolor, y tu miel deleitable

con el acerbo aloe.

Me quedas tú, y la luz que tu alma cría

dentro la tenebrura inenarrable
de mi yo solitario:



Siempre loe
tu don ilusionario.



Me quedas tú, y el claro sortilegio
de tus ojos rïentes: con su hechizo

mi soledad se puebla.



Me quedas tú, y tu risa, cuyo arpegio
me embriaga, y tu tesoro de oro cobrizo

solaz del alma sola:



La gris niebla
tu regalo aureola.



Me quedas tú, y el filtro que tu ardida
boca frutal, sombreada, en mis febriles

resecos labios vierte.



Me quedas tú, la ingenua enardecida,
me quedas tú, la experta, de sutiles

tácticas retrecheras:



Vida. Muerte.
Lo que quieras.





Canción nocturna




En tu pelo está el perfume de la noche
y en tus ojos su tormentosa luz.

El sabor de la noche vibra en tu boca palpitante.

Mi corazón, clavado sobre la noche de avenuz.



La noche está en tu frente morena, erguida y frágil
y en tus brazos que un vello sutil aterciopela.

La noche está en recónditos parajes de tu cuerpo:

-la noche perfumada de nardo y de vainilla y de canela...



La noche está en tus ojos brunos, iridiscente:
constelaciones bullen en su vivaz burbuja.

La noche está en tus ojos brunos, cuando los cierras:

noche definitiva, noche agorera, noche bruja.



En tus oídos, toda la música de la noche
se refugia, y te arrulla con su vago susurro.

En tus oídos, toda la música de la noche,

y en tu voz, y en tu risa, y en tu tácito llanto...



En tu frente, su angustia latente insomne yerra,
y en tu pecho amoroso su tormentosa luz.

En la noche sortílega, sortílego discurro...

El sabor de la noche vibra en tu boca palpitante.

Tus manos son dos pálidas lunas sobre mi frente.


Clavos en ti me clavan , oh Noche deleitosa!

noche...! tibio madero de mi cruz!

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