HOY ES AYER
La recuerdo como era ayer.
Llevo sus latidos en mis sienes.
Su ademán cansado está en mis manos y su voz en mi voz,
es la certeza etérea de su aliento.
El recuerdo es un dios burlando su ausencia.
La garganta del tiempo tose minutos helados.
Las campanas y los relojes llevan abrigos pesados.
Las agujetas calladas,
frías como navajas,
no se mecen, no se estiran.
El presente han congelado.
El silencio habita hoy el día de antes y sin embargo al evocarla,
su memoria es la nostalgia resbalando dos párpados,
lágrimas agachadas en almohadones muy blancos.
La melancolía es negra,
de pestañas es su llanto.
Se van abriendo mis brazos.
Sombras que tiemblan tallan pequeñas bocas en mi piel.
Desde sus comisuras unas cabecitas blancas se asoman.
Ya lo sé, es la pena; soñando a ser miel entre mis venas heridas.
Y lo real no existe más, las horas renacen idénticas.
El pasado se repite.
El futuro está invernando.
El hoy es una cesta llena de ayeres y fiestas.
Y ya no sé si se marchó o si de cierto la he llorado
sólo sé que hoy es ayer y que ella está a mi lado.
Y he colgado mi sombrero y he olvidado ya mi nombre.
Y deshaciendo mi cuerpo he renunciado a ser hombre.
Y me he trenzado en sus cabellos y me he soplado en su vientre.
Si ha de partir nuevamente,
si es que el tiempo continúa,
ha de llevarme consigo.
Atado estoy a sus huesos.
Ya no soy un solitario.
Soy sus alas, sus anhelos,
sus desiertos y sus vientos.
Yesenia Sánchez Prandy
Besa el ocaso a la mar y su aliento, último,
esparce tibiezas naranjas por todas partes.
A las alas de la espuma les pesa una tristeza anciana;
siglos cobrizos se posan en los dedos de las olas,
plomos pequeños poblando serenidades en su soberbia,
en la hembra en su ademan:
intensa, profunda y bella.
Y hay un casi silencio y una somnolencia dulce
y las aguas, taciturnas, transpiran mieles por sales.
La mar refleja al sol como a un niño dormido,
sus parpados amarillos poco a poco palidecen,
como palidecen cansados los rostros de antiguas fotos.
La tarde besa la mar….
Nacen llantos como peces.
esparce tibiezas naranjas por todas partes.
A las alas de la espuma les pesa una tristeza anciana;
siglos cobrizos se posan en los dedos de las olas,
plomos pequeños poblando serenidades en su soberbia,
en la hembra en su ademan:
intensa, profunda y bella.
Y hay un casi silencio y una somnolencia dulce
y las aguas, taciturnas, transpiran mieles por sales.
La mar refleja al sol como a un niño dormido,
sus parpados amarillos poco a poco palidecen,
como palidecen cansados los rostros de antiguas fotos.
La tarde besa la mar….
Nacen llantos como peces.
HE VISTO TU CICATRIZ
He visto tu cicatriz, la araña roja en tu pelo,
tu cara de niña y he sentido nauseas.
He visto tu boca sin dientes,
tus ojeras sin líneas, tus pómulos altos,
tu nariz torcida y he sentido nauseas.
He visto tus años de respiración urgente
de indulgencia rebelde, de cólera amor y rabia.
He visto el tiempo en que no estuve.
Tu vientre inflado, tu vientre desinflado,
he visto tu cara de niña en otra cara,
tu boca en otra boca sin dientes,
tus ojeras en otras ojeras sin líneas,
tu nariz en otra nariz torcida,
tu respiración urgente y tu rabia.
Ah ese tiempo que no estuve,
la nausea nueva vez y nueva vez
la ausencia de mis manos,
de mi cara de niño,
de mi cicatriz en forma de gusano,
del aro en mi dedo y el aro en tu dedo,
del miedo al pasado,
a los diarios no leídos
y sin embargo guardados.
A esta bolsita de lazo rosado que sirve de casa,
a tus viejas fotos y a mi nuevo asco.
He visto como has sido y he sentido nauseas.
Mi nausea es tus tiempos.
Mi nausea es mi espera.
Mi nausea es el celo.
Todas mis ausencias.
NOMBRELO, POR FAVOR,
ESTE POEMA NECESITA UN NOMBRE Y YO NO LO TENGO
Estoy solo. O quién sabe si estoy solo.
La soledad a mis años es una cuestión de criterio.
Tengo como compañía la torpeza en los dedos,
tres inviernos en los huesos, la redención del cuerpo
y cierto estreno, infalible y diario, de un humor que no comprendo.
Lo más extraño que tengo es una cotorra heredada
que ignorando mis esfuerzos habla inglés la condenada.
Me despierta en las mañanas con un chirrido indolente,
cofi, cofi, weicoo daarlin y un ailoviu que no siente.
Mi cotidianidad ahora es blanca arena de playa
y las protestas quejumbrosas de las maderas de esta casa
que llamo hogar por respeto.
Tengo claro, dos perritos,
la siesta de tarde en la hamaca,
un jardín con tres cerezos
y una certeza nublada, muy nublada,
no me miento,
de que aunque no puedo nombrarles
y los sabores no recuerdo,
tuve mis años pasados llenos de amores y besos.
No es la imaginación de un viejo.
Más que saberlo lo siento.
¿Por qué no puedo recordarlos?
¿Que habrá pasado con ellos?
¿Habré dejado yo acaso a esos amores de antaño con los corazones muertos?
¿Será este el castigo que hoy me tiende el no recuerdo?
Dándome a tomar destellos en vasos llenos de huecos.
De haber descalzado los pies de mi conciencia,
el olvido en este momento hoy y a solas,
tal vez no fuera esta piedra.
Me equivoqué al creer que la memoria era de hadas aldea.
La memoria es un cajón lleno de arañas siniestras.
Tejen redes en mi mente, juegan a las adivinanzas.
Caprichosas y burlonas como bufandas de lana.
Es cierto que no recuerdo que ando calzado de olvido,
más este mes que ahora acaba me ha traído, casi limpio,
entre la brisa del mar el nombre de una mujer.
Lo he sentido hasta en mis huesos.
Qué delicia. Estoy contento.
No sé si ha sido la tarde al acostarse en mi techo.
O algún aroma tal vez me ha devuelto hoy tus gestos.
Qué alegría recordarte, poder pensarte y nombrarte.
Qué hermosa es esta certeza de que alguna vez me amaste.
Otros lugares me esperan, otros paisajes eternos.
Ya no me importa partir, ya no me ocupa el silencio.
Ahora sé que he amado y me han amado también.
La muerte de pronto es poema, lecho de suaves versos.
No lo he dicho a la cotorra. Más mañana... no despierto.
SOY UNA COLUMNA
Soy una columna.
Todo el día soy columna.
Tu sombra se refleja en mí al atardecer,
a la otra orilla del ocaso que va rompiéndome el día.
El olor de tu silueta transgrede las luces más puras.
Mis brazos son de mármol y mis dedos son diez dudas.
En mi cuerpo ahora gigante está adherida tu vida.
Para atrapar tu sombra en la noche soy todo el día columna.
A veces siento hambre siento sed y siento frío,
pero te miro regada como una caricia a oscuras
y tu sombra de mujer, al mirarme es media luna.
¿Quién puede agrandar la noche para amarte todo el día?
¿Quién puede siendo columna, sentir sed, hambre o frío?
Ah, Yesenia...Yeca querida....Que belleza tu voz, el linaje egregio de tus versos rojinegros....!!!
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